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Nuevos líderes para una UE con enormes desafíos

Juncker, Tusk y Mogherini se enfrentan a la crisis rusa, el futuro de Reino Unido y la gestión de la recesión

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La Unión Europea sigue su 'operación renove' en un momento clave para decidir su futuro, qué dirección tomar, qué quiere ser en un escenario geoestratégico internacional minado de retos de considerable enjundia, tanto en lo político como sobre todo en lo económico. Una etapa que requiere de líderes sólidos y con personalidad capaces de hablar con una sola voz, la europea, superando así el protagonismo nacional de Alemania o Francia. Conocido desde hace semanas el nombre del luxemburgués Jean-Claude Juncker como futuro presidente de la Comisión (tomará el mando el 1 de noviembre), la noche del sábado se conoció que el polaco Donald Tusk y la italiana Federica Mogherini asumirán la compleja misión de dirigir, respectivamente, el Consejo Europeo y la Alta Representación Exterior. Una cúpula que se irá completando en las próximas semanas y que buscará dar un nuevo brío a la Unión, renovar también su mensaje.

El triunvirato que tomará las riendas de los Veintiocho deja una sinfín de lecturas. La veteranía y la ortodoxia económica de influencia germana, el esperado guiño al bloque del este al cumplirse diez años de su ingreso en la UE y veinticinco de la caída del Muro y la juventud y frescura del sur. Luxemburgo, Polonia e Italia. Dos conservadores y una socialista. Dos hombres y una mujer. Norte, este y sur. Las piezas han comenzado a encajar pero aún queda mucho para que el sudoku sea resuelto. La pelota está ahora en el tejado de Jean-Claude Juncker, que a principios de la próxima semana presentará a los nuevos 26 comisarios que le acompañará al frente del Ejecutivo de Bruselas hasta 2019 (la 28 es Mogherini en representación de Italia, que tendrá rango de vicepresidenta).

El principal reto al que se enfrenta la UE a corto plazo se llama Rusia y a tenor de los nombramientos del sábado, los Veintiocho ofrecieron a Putin una de cal y una de arena. Conceden el mando a Polonia, uno de los socios más beligerantes hacia Moscú, pero sitúan al frente de la diplomacia a Italia, uno de los socios más proclives a tener la mano al Kremlin. Todo ello sin olvidar que Tusk, tanto por ideología como por cultura demográfica, es un fiel aliado de Angela Merkel, de forma que la canciller se ha garantizado seguir teniendo la misma influencia que hasta ahora. Ya sea en el conflicto ruso como en el conjunto de cuestiones comunitarias. Respecto a Mogherini, la elección es una concesión a Matteo Renzi, gran vencedor de las últimas elecciones europeas y una de las nuevas sensaciones comunitarias abanderando la bandera socialdemócrata.

Más guiños. Los sempiternos recelos británicos, ahora escenificados por David Cameron, quedan en cierta medida aplacados puesto que Donald Tusk, el todavía primer ministro polaco, era uno de los candidatos de Londres. Es un país que no está en el euro y que además, ha prometido hacer todo lo posible para acomodar a Reino Unido dentro de una Europa más hecha a su medida. Cameron ha prometido consultar a sus compatriotas en 2017 sobre la pertenencia a la UE, un callejón sin salida electoral en el que se ha metido y del que busca salir pidiendo a sus socios comunitarios que aprueben reformas con las que pueda justificar ante los suyos la permanencia en la Unión.

Todo ello sin contar el referéndum que en apenas dos semanas se celebrará en Escocia sobre su pertenencia a Reino Unido y que de salir el sí podría provocar a la UE un terremoto considerable al alimentar movimientos nacionalistas en otros Estados miembros, como puede ser Cataluña. El mensaje, pese a todo, sigue siendo el mismo. Son cuestiones que competen a los Estados y quien quiera ingresar en la UE, en el selecto club de los Veintiocho, debe empezar de cero. La parte de un país que se desgaje quedaría automáticamente fuera. Así, sin ambages.

Tres cumbres a la vista

Pero si Europa se enfrenta a algún reto ese se llama crisis económica. La UE, sobre todo la Eurozona, sigue sin levantar cabeza sumida en una depresión que en el segundo trimestre le llevó a registrar un crecimiento del PIB del 0%, con Alemania, Francia e Italia en tasas negativas, y España y Portugal, dos de los países que necesitaron asistencia financiera comunitaria, tirando del carro. Un complejo escenario en el que el Banco Central Europeo no termina de convencer a los mercados y Estados Unidos, por ejemplo, logra crecer al 4%.

Juncker, en su pleno de investidura ante el Parlamento comunitario, anunció una inyección de 300.000 millones destinados, en principio, a proyectos de inversión y a combatir auténticas lacras como el desempleo juvenil. Una cantidad que a escala comunitaria y a tenor de las necesidades vigentes, parece insuficiente.

Se necesita un golpe de timón, una nueva estrategia económica en favor del «crecimiento, el empleo y la inversión». El presidente de Francia, François Hollande, quiere liderar esta nueva etapa. De hecho, fue él quien desveló el sábado en Bruselas que se celebrarán tres grandes cumbres 'ad hoc' antes de final de año. La primera, a principios de octubre en Italia.