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Wowereit deja Berlín «rica pero sexy»

El retraso del nuevo aeropuerto y la pérdida de popularidad empujan al carismático alcalde de la capital alemana a dimitir

BERLÍN. Actualizado: Guardar
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A nadie ha sorprendido la dimisión del alcalde-gobernador de la ciudad-estado de Berlín, el socialdemócrata Klaus Wowereit. Tras meses de especulaciones sobre su posible cese, el que llegara a ser joven promesa del SPD con el objetivo de alcanzar la cancillería federal y uno de los líderes destacados del histórico partido alemán comunicó ayer que abandonará el cargo el 11 de diciembre después de 13 años al frente del Ayuntamiento de la capital.

La abrumadora pérdida de popularidad y el eterno retraso en la apertura del nuevo y cada vez más caro aeropuerto de Berlín-Brandeburgo, el proyecto estrella de su Gobierno, han provocado la retirada con tan sólo 60 años de Wowereit. Pero también las luchas intestinas de sus correligionarios en la municipalidad berlinesa y la derrota sufrida la pasada primavera en la consulta popular sobre el futuro de los terrenos del antiguo aeródromo de Tempelhof, en el corazón de la metrópoli, donde quería, entre otras cosas, construir la nueva gran biblioteca de la ciudad y viviendas en sus márgenes. Los berlineses rechazaron la iniciativa por aplastante mayoría y optaron por conservar sus 386 hectáreas como un gigantesco parque.

Pese a todo, la ciudad tiene mucho que agradecerle. Wowereit, que llegó al poder en junio de 2001 resolvió el escándalo de la banca municipal, aunque sigue siendo la metrópoli más endeuda de Alemania. Pero sobre todo dirigió su lanzamiento internacional y ayudó a convertirla en uno de los focos culturales del planeta. Su ya legendaria frase «Berlín es pobre, pero sexy» define el espíritu y el ambiente de la capital alemana, a donde peregrinan jóvenes artistas, así como turistas de los cinco continentes atraídos por una «movida» incomparable.

Wowereit ha logrado que la antigua ciudad dividida y aislada sea ahora meta de casi 12 millones de visitantes anuales. Junto a Ernst Reuter, el alcalde que afrontó el bloqueo aéreo soviético en 1948, y Willy Brandt, el regidor que vio levantarse el muro de Berlín en 1961, Wowereit es uno de los más carismáticos políticos que ha dirigido la capital alemana., aunque tuvo la suerte de hacerlo más de una década después de la Guerra Fría.

El alcalde-gobernador, cuya sucesión se disputan ya media docena de camaradas socialdemócratas, llegó al poder con un golpe de efecto. En el congreso del SPD en el que se confirmaba su candidatura a la alcaldía de Berlín confesó públicamente que «para quien aún no lo sepa, soy homosexual. Y eso está bien, queridos camaradas». Wowereit aseguró que, aunque abandona la política activa, seguirá al servicio de Berlín, ciudad que «queremos que se haga rica, pero que siga siendo sexy».