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El Estado Islámico une a Siria y EE UU
Damasco, dispuesto a colaborar con Londres y Washington en acciones contra el EI y el Frente Al-Nusra dentro de su territorio
Actualizado: GuardarEn menos de un año Estados Unidos ha pasado de estar a punto de bombardear al régimen de Bashar el-Asad a causa de las armas químicas, a abrir las puertas a la colaboración con Damasco a base de ataques aéreos contra posiciones del Estado Islámico (EI). Un mes de bombardeos selectivos en suelo iraquí, donde se han alcanzado más de noventa objetivos, han demostrado que la lucha debe desarrollarse a ambos lados de la frontera y el ministro de Exteriores sirio, Walid Moalem, dio «la bienvenida a cualquiera, incluidos Reino Unido y Estados Unidos, para realizar acciones contra el EI y el Frente Al-Nusra (filial de Al-Qaida en Siria), con plena coordinación previa con el Gobierno sirio».
El jefe de la diplomacia siria subrayó que el régimen «está preparado para cooperar y coordinar los esfuerzos regionales e internacionales para combatir el terrorismo, en línea con las resoluciones de la ONU». Las prisas de Estados Unidos por mover ficha contra el EI han aumentado tras el desafío directo que supuso la decapitación del periodista estadounidense Jim Foley, a la que también hizo referencia Moalem al asegurar que «de haber habido una coordinación entre la Administración de EE UU y el Gobierno sirio, la operación de rescate reconocida por Washington no habría fracasado».
El EI nació en Irak como una franquicia de Al-Qaida tras la invasión de EE UU de 2003 y desde entonces ha crecido hasta convertirse en un ente autónomo que desafía la supremacía en el campo del yihadismo mundial del grupo fundado por Osama Bin Laden. Hace dos años dio el salto a Siria para tomar parte en la guerra civil contra Bashar el-Asad y tras meses de cooperación con los grupos insurgentes locales ha terminado por convertirse en la facción armada más importante. El frente común anti Asad se rompió a finales de 2013 y desde entonces el EI mantiene una doble guerra contra el régimen y los grupos armados sirios, con los que se disputa el control de las zonas sin presencia de las tropas del Gobierno.
El ministro de Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, se sumó a la iniciativa de Moalem y dirigió un mensaje a los gobiernos occidentales y árabes que hasta ahora han hecho todo lo posible para derrocar a El-Asad en el que aseguró que «tendrán que elegir qué es más importante: cambiar un régimen para satisfacer sus antipatías personales, a riesgo de que la situación se escape de su control, o encontrar formas pragmáticas de aunar esfuerzos frente a una amenaza común». Rusia, junto a Irán, ha sido el gran aliado de Siria desde el inicio de las protestas contra El-Asad y su mediación fue clave en septiembre del pasado año para convencer a Damasco sobre la necesidad de poner bajo control internacional su arsenal químico. Esta decisión evitó el bombardeo de EE UU que habría traído consecuencias muy graves para el Gobierno.
El poder militar del EI ha aumentado en los últimos meses tras la toma de Mosul y otras ciudades de las provincias suníes de Irak en las que se han hecho con el arsenal del Ejército iraquí que huyó en desbandada. Esas armas no tardaron en cruzar la frontera y muestra de este poderío fue la captura el domingo de la base aérea de Taqaba, la última posición militar que mantenía Damasco en la provincia de Raqqa, el gran bastión yihadista.