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El enemigo está en casa

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La decapitación del periodista estadounidense James Foley a manos del Estado Islámico (EI) es una atrocidad más de este grupo. Desde nuestras cómodas vacaciones de verano recibimos esta noticia como algo lejano, cosa de tres locos. Pocos se dan cuenta que el (EI) es un grupo fuerte, internacional y muy sólido. Su único fin es extender su doctrina, pensamiento y forma de vivir en todo el mundo y no van a parar hasta conseguirlo. La ventaja es que creen en algo y están dispuestos a morir por ello, mientras que en Occidente hemos olvidado los valores por los que somos más o menos libres. Para agravar más la situación, el verdugo de la decapitación de Foley parece ser que es británico. He aquí el gran problema. El EI posee muchísimo apoyo en todo el mundo (no hay más que darse una vuelta por las redes sociales) y muchos de sus seguidores viven en nuestros países con ganas de seguir su yihad. Tenemos al enemigo en casa. Es cómodo apartar la vista y cerrar los ojos cuando estamos en la playa en traje de baño con un mojito delante. Precisamente, si no nos lo tomamos más en serio y las autoridades no ayudan, quizá nuestros hijos o nietos no tengan la oportunidad de disfrutar del mojito como nosotros.

Me parece fue allá por el año 2006 cuando la entonces ministra de Fomento Magdalena Álvarez presentó el proyecto del segundo puente sobre la Bahía de Cádiz. Desde entonces los gaditanos hemos visto como las obras avanzaban a trompicones: en unas etapas parecía un trabajo lento, en otras parecía que seguían un ritmo trepidante y hasta llegamos a creer en algún momento que se iba a respetar el calendario de tiempo y la planificación que se presentó en su momento. Sin embargo, el paso de los años y los sucesivos parones nos han devuelto a la realidad. El puente como muchos de los proyectos y obras que se acometen en nuestro país llegará tarde. Lo único que deseo es que al menos se termine sin fallos en la infraestructura y sin desfases millonarios en el presupuesto.

Una propuesta muy interesante y que recibo con sorpresa. Considero que todo lo que esté vinculado con la cultura y que insufle vida a nuestra ciudad es positivo y merece ser aplaudido. Sin embargo, prefiero andar con cautela con esta iniciativa porque me parece que los precios que se proponen son bastante elevados aunque incluyan la visita al Falla y el fin de fiesta gastronómico en el Faro. Veremos.