Un entramado monstruoso
Cada vez que se conoce otro dato, la siguiente conexión, resulta más evidente que se han dilapidado millones destinados a los parados de forma sistemática
Actualizado: GuardarResulta inevitable que un corrupto pueda infiltrarse en una institución y aprovechar los mecanismos de la administración pública en su beneficio. Pero si resultan ser varios, muchos, demasiados, y cuentan con la connivencia, por acción u omisión, por dejación, incapacidad o intereses ajenos a los ciudadanos, de los responsables institucionales, entonces se trata de otro problema. Mucho más grave. Se trata de una corrupción generalizada o sistémica. Es decir, una parte del sistema está podrido y pone los recursos, los objetivos, al servicio de las ambiciones de algunos de esos miembros que se aprovechan de su situación, de sus contactos, de la famosa puerta giratoria. Resulta sensato, lógico y legítimo llegar a ese pensamiento, a ese temor, tras leer durante años y sobre todo desde primavera una cascada de datos policiales y apreciaciones judiciales sobre casos de corrupción en Andalucía. Los casos ERE, Edu y Óscar tienen demasiado en común. Empiezan a aparecer nombres con un pie en cada causa y aunque es preciso respetar la inviolable presunción de inocencia, parece sentado que son demasiados los cargos socialistas bajo sospecha. Esa sospecha, además, es absolutamente dolorosa. Los tres casos tienen, como base común, el desvío a bolsillos particulares de un río de dinero público (de los andaluces y llegado desde estructuras nacionales o comunitarias) destinado a paliar miles de dramas particulares asociados al desempleo, al despido y la falta de trabajo. No sólo las cifras de paro son tan insoportables, o más, que hace 10, 15 o 20 años, es que además las medicinas económicas (subvenciones, planes, ayudas) destinadas a calmar, que no a curar, parece que han sido utilizadas por unos cuantos listos para traficar y forrarse.