La calle Agustín Blázquez con la carretera de La Barrosa donde vende Miño. :: L. V.
Chiclana

Diez sueños hechos realidad

El vendedor de la Once Antonio Miño reparte 350.000 euros en localidad en diez premios vendidos entre Santa Ana y La Barrosa

CÁDIZ Actualizado: Guardar
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Repartió tanta suerte que se quedó sin una pizca para él. No niega la mayor y reconoce que le escuece haber estado tan cerca de ser uno de ellos. Pero cuando piensa cómo su trabajo ha conseguido cambiar o mejorar la vida de diez personas de Chiclana se olvida de que se quedó a las puertas. Antonio Miño se convirtió ayer en el protagonista de todas las conversaciones de café, barra y mostrador. Esas que hablan desde la envidia sana y la curiosidad por saber a quién ha vendido Miño los diez cupones agraciados con 35.000 euros cada uno. «Una ayudita» por separado, un buen pellizco de 350.000 euros en conjunto que dejó la ONCE el pasado miércoles.

El 96.521 fue el número agraciado que salió de los cupones que cada jornada vende Miño en la calle Agustín Blázquez, esquina con la carretera de La Barrosa. Unos premios que han sentado bien al barrio de Santa Ana pero que también ha estado repartido por otros puntos de la ciudad y en la misma playa de La Barrosa. «Vendo en un punto en el que me compran muchos conductores, estoy seguro que les ha caído a vecinos de la zona pero también a conductores que pasaron por allí y puede que al menos dos hayan caído también en La Barrosa», reconoce Miño.

Es el tercer premio que reparte el vendedor de origen canario, «aunque este es el mayor». Una cantidad que Miño no atrapa por los pelos: «Compré uno yo mismo pero al final acabé vendiéndolo. Además, mi hija me dijo que le comprara uno pero los vendí todos. Así que espero que para la próxima vez sea».

En cualquier caso, el vendedor reconoce «estar contento por ellos» aunque no suelta prenda de los compradores que conoce. Sí apunta que uno es una mujer y otro un hombre. De ellos, la mujer se acercó ayer a verle. «Estaba muy nerviosa y contenta, me dijo que se iba al banco a cobrarlo al momento», reconoce Miño divertido. También tuvo ocasión de ver a otro de los agraciados «que está a la espera de haber qué hace con el número».

Ayer fue un día más para Miño, a la sombra de su pino al final de Agustín Blázquez consumió una mañana entre la normalidad y el interés de las personas que se habían enterado de que la suerte había caído justo ahí, en su conocida esquina. La misma que Miño frecuenta desde hace algo más de un año, el tiempo que lleva de vendedor de cupones de la Once. El canario alterna este punto con las tardes en La Barrosa, donde precisamente el miércoles vendió dos de los agraciados a clientes no habituales. Para los de siempre y los de paso, Miño trajo la suerte casi como si fuera el mítico y recordado personaje de la Lotería de Navidad. Solo que a este vendedor de Chiclana no le hace falta ni bola de cristal, ni nieve ni soplar; solo la sombra de su pino le basta.