Seguidores de Mursi se manifestaron ayer en El Cairo por la masacre de islamistas de 2013. :: K. K. / AFP
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Egipto recuerda con más sangre la matanza de Rabaa el-Adauiya

Simpatizantes de los Hermanos Musulmanes salieron a las calles en pequeñas protestas que fueron dispersadas con celeridad

EL CAIRO. Actualizado: Guardar
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Dos manifestantes y un policía murieron ayer en un Egipto dividido que conmemoró, con el desconsuelo e indignación de las víctimas y justificaciones por parte de los responsables, el primer aniversario de la mayor masacre que el mundo ha padecido en un solo día en las últimas décadas. Sin apenas margen de maniobra tras la brutal campaña de arrestos que han sufrido en el último año, simpatizantes de los Hermanos Musulmanes y del depuesto presidente Mohamed Mursi salieron a las calles del país en pequeñas manifestaciones que fueron dispersadas velozmente y, en ocasiones, con violencia, por las fuerzas de seguridad.

Tras seis semanas de acampada en protesta por el golpe de Estado militar que derrocó al islamista del poder, la policía, apoyada por el ejército, arrasó hace un año el campamento de Rabaa el Adauiya en el barrio cairota de Ciudad Naser, en el que se concentraban decenas de miles de islamistas, matando a entre 800 y 1000 personas, una decisión que según la organización de derechos humanos Human Rights Watch, podría ser constitutiva de crímenes contra la humanidad. La acampada de la plaza de El Nahda, en Guiza, corrió la misma suerte. Decenas de manifestantes murieron también por disparos de las fuerzas de seguridad en las semanas siguientes. La masacre desató también una oleada vengativa de violencia contra iglesias y comisarías por parte de incontrolados en diferentes puntos del país, sobre todo en zonas rurales.

Abatidos a tiros

Ayer, ante el temor de que se produjeran grandes manifestaciones en el aniversario, tal y como habían convocado los islamistas, las autoridades intensificaron las medidas de seguridad en El Cairo y en otros puntos del país. Dos personas murieron por disparos en el barrio de Mohandisín, en Guiza y un policía fue disparado por encapuchados en un puesto de control en Heluán.

Los islamistas y las víctimas de la masacre del verano pasado exigen justicia y castigo para los responsables. Los únicos tres agentes que habían sido condenados desde entonces por la muerte de manifestantes -en un caso en el que 37 detenidos murieron asfixiados en un furgón policial pocos días después-han sido puestos en libertad porque un juez ha ordenado la repetición del juicio. La justicia no ha ordenado ninguna investigación por lo ocurrido y, para muchos egipcios que, víctimas de la polarización que vive el país, prefirieron mirar hacia otro lado durante el baño de sangre o que incluso lo aplaudieron, ni siquiera parece necesario.

«A veces nos vemos forzados a tomar decisiones difíciles que tienen consecuencias negativas pero, en conjunto, son positivas», ha dicho, en referencia a la intervención de Rabaa el Adauiya, el que era por aquel entonces primer ministro, Hazem el Beblaui, en declaraciones publicadas ayer por el diario Daily News Egypt.

Intelectuales internacionalmente reconocidos como el escritor Alaa el Asuani defendieron entonces el papel de ejército -a cuyo comandante en jefe y hoy presidente, Abdelfatah el Sisi, HRW pide en su informe que se investigue por su responsabilidad en las muertes- y prefirieron minimizar las muertes.