Sanidad

La esperanza de Pajares

El misionero toledano reciben en el Carlos III las primeras dosis de ZMappEl nuevo fármaco se compone de en tres anticuerpos que atacan a una proteína del virus y evitan que se propague por otras células sanas

MADRID. Actualizado: Guardar
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El virus es excepcional. Desconocido hasta hace 40 años, todavía no existe ninguna cura para acabar con el ébola, que en su última aparición en el continente africano ha provocado casi un millar de muertes. Su acotamiento al contexto africano y su falta de propagación a otros lugares del planeta ha provocado que hasta ahora, cuatro décadas después de descubrirse en Zaire -ahora la República Democrática del Congo- se comience a hablar de una vacuna para esta enfermedad cuyo nombre provoca el pánico.

El ZMapp se ha convertido en la gran esperanza para poder acabar con el dolor, aunque está en proceso embrionario de investigación. Esta última parte no le ha importado nada a las autoridades estadounidenses y españolas que, con la connivencia de los tres pacientes occidentales repatriados -Nancy Writebol y Kent Brantly están en Atlanta y Miguel Pajares, en el madrileño hospital Carlos III-. Sin embargo, los resultados son una incógnita porque no ha dado tiempo a realizar los experimentos necesarios. «Es un suero que no ha sido testado en humanos, No es nada habitual en medicina, donde todos los medicamentos tienen que haber demostrado su eficacia y seguridad en ensayos con pacientes controlados», explica José Luis del Pozo León, especialista en Microbiología de la Clínica Universidad de Navarra. Solo la «excepcionalidad» del caso, añade el doctor, explica que la misionera y el doctor estadounidenses estén recibiendo desde la semana pasada el fármaco y el misionero toledano lo haga desde ayer.

Pajares, según indicaron sus familiares, se encuentra «estable», sin especificar cómo había respondido a este nuevo medicamento, sobre todo una persona que ya tiene 75 años y con problemas cardiacos. Lo mismo sucede con Writebol, ya que la misionera tiene 60 años. En cambio, Brantly no ha llegado a los 40 años. Porque ese es uno de los grandes misterios a los que se enfrentan los médicos, lo cual ha traído consigo también muchas dudas éticas. «Cuando se tienen tasas de mortalidad altas, la presión puede parecer irresistible, pero deben recordar que puede haber efectos secundarios nefastos con medicamentos experimentales», comentó Kevin Donovan, director del Centro de Bioética de la Universidad de Georgetown, a AFP. El mismo temor expresó el doctor Del Pozo, quien recordó que un fármaco tarda al menos una década en comercializarse.

Tres anticuerpos

El nuevo fármaco se basa en la fusión de tres anticuerpos creados en la sangre de los ratones que se unen a las proteínas que rodean al virus del ébola. «Provocan que el virus tenga dificultades para invadir otras células y que el propio sistema inmunológico del paciente pueda acabar con el ébola», explica el especialista en Microbiología Clínica que indica que sólo se ha probado el suero con monos. El problema de este suero, además de la falta de test para comprobar su eficacia, está en la producción. Al estas basados en hojas de tabaco modificadas, los anticuerpos tardan semanas en crecer.

Mientras los médicos esperan los resultados con la nueva vacuna, los sustos por el ébola se multiplican por el planeta. En Canadá, las autoridades confirmaron que el individuo ingresado en las cercanías de Toronto tras volver de Nigeria con fiebre y vómitos, dio negativo en las pruebas; por su parte, las autoridades rumanas alertaron de que otro hombre, que también volvía de Lagos, está bajo vigilancia. El hombre, de 51 años, que volvió de Nigeria el 25 de julio, llegó por la mañana a un hospital de Ploiesti, en el sur del país, presentando un cuadro clínico de fiebre, diarrea con sangre y deshidratación. Liberia, por su parte, ha inaugurado un centro de llamadas que quiere conciencias sobre los buenos hábitos para no contagiar el ébola.