Dos milicianos kurdos que participan en la contraofensiva contra el Estado Islámico entre las provincias de Nínive y Dohuk, en el norte de Irak. :: REUTERS
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Las bombas de EE UU dan alas a los kurdos

Los peshmerga recuperan dos ciudades en el norte de Irak mientras Bagdad atribuye atrocidades a los yihadistas

BAGDAD. Actualizado: Guardar
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La contraofensiva que los peshmerga kurdos, con el apoyo de los bombardeos de Estados Unidos, lanzaron el sábado sobre posiciones yihadistas en el norte de Irak dio ayer sus primeros frutos con la toma de dos ciudades estratégicas. Gwer y Majmur, en los límites de la región autónoma del Kurdistán iraquí, fueron hostigadas durante dos días por los cazabombarderos estadounidenses, lo que permitió a la infantería kurda avanzar sobre ellas sin excesiva resistencia. El control de ambas localidades es capital para alejar el aliento del Estado Islámico (EI) del hasta ahora próspero y estable Kurdistán, un firme aliado occidental en el avispero iraquí.

Majmur está enclavada en la confluencia de las provincias de Kirkuk, Erbil y Nínive, por lo que su captura encierra un valor vital, pese a que los yihadistas siguen fuertes en sus bastiones, especialmente la cercana ciudad de Mosul, la tercera mayor de Irak, que capturaron hace dos meses. El Pentágono confirmó que llevó a cabo una cuarta serie de ataques selectivos con aviones de combate y aparatos no tripulados en el norte contra las posiciones del EI en las proximidades de Erbil, la capital del Kurdistán iraquí.

Según los datos del Mando Central de EE UU (Centcom), estos ataques destruyeron una posición de mortero y varios vehículos armados. Dirigentes militares kurdos aseguraron a la agencia local Rudaw que en todos los frentes de la provincia de Nínive los yihadistas se están replegando, mientras en Kirkuk y el norte de la provincia de Diyala desciende el número de sus combatientes.

La ofensiva militar viene acompañada de presión política desde el Kurdistán, que reclama a Washington más armas. «No luchamos contra una organización terrorista, luchamos contra un Estado terrorista», declaró el presidente kurdo, Mansud Barzani. En el capítulo de pedir una mayor implicación estadounidense, Bagdad no se queda atrás. El ministro iraquí de Derechos Humanos, Mohamed Shia al-Sudani, aseguró ayer que el Estado Islámico ha asesinado al menos a 500 miembros de la minoría religiosa yazidí, enterrado vivos a algunos de ellos y secuestrado a cientos de mujeres de esta confesión para esclavizarlas, informó la agencia Reuters, que no pudo confirmar la acusación de manera independiente.

La reacción militar kurda, con la cobertura aérea también de la aviación iraquí, está proporcionando algo de alivio a los yazidíes. Unos 20.000 civiles de esta minoría escaparon del cerco en el monte Sinyar, junto a la ciudad del mismo nombre, que concentra a la mayoría de fieles de esta religión preislámica, a los que los yihadistas descalifican como «adoradores del diablo». Según una fuente del Gobierno municipal de Sinyar, los yazidíes están huyendo hacia zonas del Kurdistán iraquí y de la cercana Siria.

600.000 desplazados

El mismo informador de Sinyar aseguró a Efe que combatientes del EI ejecutaron en los últimos días a cientos de yazidíes por rechazar convertirse al islam, aunque no pudo precisar el número exacto. En este contexto, cientos de familias de las aldeas de Jansur, Koya y Hetin habrían sido amenazadas de muerte por el EI si no abrazan la fe musulmana. La campaña de terror emprendida por los extremistas, con la cooperación de miembros del antiguo régimen de Sadam y milicianos tribales, ha obligado ya a huir a unos 600.000 civiles pertenecientes a minorías étnicas y religiosas.

«Alrededor de 150.000 miembros del grupo étnico shabak, 250.000 turcómanos y 200.000 seguidores del credo yazidí han sido forzados por los terroristas a desplazarse», dijo Henin al-Qedu, diputado de la provincia septentrional de Nínive, en una rueda de prensa en Bagdad. La mayoría de estos colectivos, presentes en el país durante cientos e incluso miles de años, vive en la provincia de Nínive, a unos 400 kilómetros al noroeste de Bagdad.