Estela de Carlotto atiende a los periodistas frente a su casas en la ciudad de La Plata. :: CARLOS CERMELE / EFE
MUNDO

«Sos mi nieto y yo soy tu abuela»

La organización que busca a bebés robados en la dictadura argentina ve multiplicarse las consultas de personas con dudas sobre su identidad Estela de Carlotto abraza por fin al joven al que buscó durante más de tres décadas

BUENOS AIRES. Actualizado: Guardar
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«Guido fue directamente a buscar a mamá y se fundieron en un abrazo», contó Kibo Carlotto, hijo de Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo de Argentina. Kibo asistió a la cita del miércoles como tío y fue de los pocos testigos del emotivo primer encuentro entre esta mujer de 83 años y su nieto de 36 que hasta el martes ignoraba que era hijo de una pareja asesinada por la dictadura militar (1976-83).

«Es muy inteligente, cálido y divertido», asegura la tía, Claudia Carlotto. «El encuentro estuvo más signado por el humor que por el drama. Es muy tranquilo y tiene un gran sentido del humor», agrega después de conocer a su sobrino Ignacio Urban, el tan esperado nieto de Estela, el número 114 que lograron recuperar unas Abuelas que, después de este hallazgo, reciben 300 consultas diarias en su oficina por dudas sobre la identidad, cuando normalmente son 15 por día.

Estela pudo al fin abrazar a su nieto en una reunión privada. Ignacio acudió con su mujer y unos amigos. Lo recibieron la abuela y los tres tíos maternos, Claudia, Kibo y Remo. Fueron seis horas de charla, risas y llanto. «Mamá, pobre, le dice a cada rato: 'Sos mi nieto, y yo soy tu abuela', necesita reafirmarlo porque no lo puede creer», cuenta Claudia entre risas. «Chau, abu», se despidió él al final y la pobre Estela «casi se desmaya», reveló la hija. Horas después Estela contó que tiene cajas para darle y «para que vea que recorrí el mundo para encontrarlo, a él y a los demás chicos».

Ignacio es Guido para los Carlotto. Así lo llamó su madre, Laura, en 1978, cuando dio a luz al niño como prisionera del régimen. El pequeño, según se empieza a develar, habría sido entregado al dueño de una granja en la ciudad de Olavarría, provincia de Buenos Aires, y fue criado como propio por los peones, Juana y Clemente Urban. Laura fue asesinada dos meses después de que le arrebataran al recién nacido.

Cuestiones pendientes

Si bien los militares fueron condenados por apropiación de niños, la historia del robo de Guido sigue. Resta saber quién lo entregó y quién firmó su acta de nacimiento, entre otros asuntos. El trámite lo lleva María Servini de Cubría, la jueza que comunicó a Estela la aparición de Guido. La familia cuestionó la filtración por el juzgado de los datos de Ignacio, que a minutos de conocer su identidad veía su nombre y su imagen en todos los medios. «Fue una falta de respeto. Mi mamá está furiosa», reveló Claudia. En otros casos, la misma Claudia -coordinadora de la Comisión Nacional sobre el Derecho a la Identidad- informa al nieto de manera personal y privada, y se le da tiempo para que decida cuándo quiere hacerlo público. En este caso fue imposible. Por suerte, dice ella, Guido lo tomó bien, pero podría haberse frustrado ese gran momento.

Los Carlotto hablaron también de la familia de adopción. «Si lo criaron bien, yo se lo quiero agradecer», adelantó Estela. Claudia contó que Guido «quiere muchísimo a sus padres adoptivos. Creció en contacto con la Naturaleza, sin televisión y con muchos libros». Ignacio, o Guido, se crió como hijo único y los Carlotto son una familia muy numerosa. Con tiempo, dijo, conocerá al resto de parientes y también a los Montoya, la familia paterna: abuela, tío y primas que lo esperan con ansia.

Claudia anticipó que el muchacho va a causar un gran impacto entre los Montoya porque «es un calco del padre», el compañero de Laura asesinado en 1977. Los Montoya viven en la provincia de Santa Cruz, en el extremo sur del país. Para ambas familias fue una sorpresa adicional que Guido sea músico. Entre los Carlotto muchos lo son y también en la familia Montoya.