Carmen Díez toca el piano en la residencia de ancianos en la que vive. :: ALBERTO FERRERAS
Sociedad

«Haciendo ruido» a los 102 años

Carmen Díez, catedrática de piano, sigue tocando todos los días, superado el siglo de vida, en la residencia en la que vive

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La música de un piano resuena melodiosa por la sexta planta de la Casasolar Santo Duque de Gandía, una agradable residencia de mayores situada a orillas del madrileño río Manzanares. Pero solo los muy entendidos identifican las notas del 2º movimiento de la Sonata Patética de Beethoven. El sonido lleva a una sala en la que un grupo de personas escucha en riguroso silencio. Los presentes en el auditorio superan con facilidad los 70 años de edad. Sin embargo, la concertista les gana a todos en veteranía. De hecho, es la más longeva de toda la residencia. Por su mente lúcida y despierta, las notas fluyen ante tan exigente público. Puntualmente, y a diario, Carmen se sienta frente al piano, y a las siete de la tarde comienza a tocar. «Se forma aquí un corrillo y todos son muy respetuosos, porque como hablen. ¡corto!», afirma tajante. Tras Beethoven llegan Schubert, Bach, Mozart, Debussy. Casi una hora que pasa lenta y rauda a la vez. Y no se puede prolongar. A las ocho en punto la cena espera a todos los residentes.

Nacida en La Coruña «un día de 1912» (en julio, tres meses después de que se hundiera el Titanic), Carmen se apresura a decir que ha conocido «la guerra de Cuba, la guerra de África, la guerra nuestra y la que va a haber. Cogí todas las guerras». «Pero no acertaron. No tenían puntería», bromea. Comenzó a tocar el piano con tres años, y dio su primer concierto con seis. Aprendió con una tía suya, su madrina, que falleció víctima de la epidemia de gripe que asoló Europa en 1918.

Hija de un padre militar, pasó su infancia y juventud yendo y viniendo por la geografía española. Mientras tanto, seguía estudiando con distintos profesores, aunque ella se considera «más bien autodidacta». En 1935 recibió clases de perfeccionamiento con el catedrático de piano Enrique Aroca. Conoció a su marido durante la Guerra Civil, y ambos compartieron vida y música durante 64 años. «Se me murió aquí», refiriéndose a la residencia. José Fernández era violinista. Fue uno de los fundadores de la Orquesta Nacional de España y primer violín del cuarteto clásico de RTVE.

Llegados de La Coruña, fijaron su residencia en Madrid, y tras unos años como profesora auxiliar, Carmen ganó en 1962 y por oposición una cátedra en el Real Conservatorio, de donde se jubiló con 70 años.

Durante su carrera, ha sido alumna de Joaquín Turina, para el que hizo algunas composiciones, pero también ha colaborado con Victoria de los Ángeles o Miguel Fleta, y ha actuado bajo la dirección de Rafael Frühbeck de Burgos o Ataúlfo Argenta. Cuando se le pregunta por su autor preferido, afirma, muy seria, que «eso no se puede decir, porque tengo muchos».

Carmen quiere seguir entreteniendo a sus compañeros de residencia. Al fin y al cabo es la única pianista allí. «Vienen con mucha ilusión, así que toco el piano para ellos y para mí», comenta con un brillo especial en los ojos. ¿Todos los días? «Pues de momento, sí, mientras que no de un bajón y acabe de una vez, sigo haciendo ruido».