Obama, durante su visita oficial el verano pasado a Tanzania, donde se comprometió a la celebración de esta cumbre. :: JASON REED / REUTERS
MUNDO

Obama vuelve la mirada a África

Washington acoge la primera cumbre del continente con la asistencia de varios de los países que más crecerán en la próxima década

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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África está en Washington. Al menos todos sus presidentes, excepto seis -cuatro que no han sido invitados y dos que han tenido que cancelar por la epidemia de ébola-. La caravana de limusinas amenaza con colapsar las calles de la capital, donde algunas empresas han pedido a sus empleados que trabajen desde casa y otras, que estén alerta a los avisos públicos porque el Gobierno federal plantea darles el día libre si la situación se complica.

Ninguno de los mandatarios que recibieron la invitación se ha planteado por un minuto no aceptarla, de no ser por causas de fuerza mayor, como es el caso de Liberia y Sierra Leona. Barack Obama cumple así la promesa que hizo el verano pasado en Tanzania, cuando el primer presidente afroamericano de EE UU, que lleva ya cinco años y medio en el poder, volvió al fin la mirada hacia el continente de su padre. Ahora que el Tea Party ha dejado de pedir su certificado de nacimiento y el país deja de mirarle como un negro en la Casa Blanca, puede reconciliarse con sus orígenes.

Hay, además, otros intereses en juego para esta histórica Cumbre de África que ningún otro presidente ha celebrado antes. Algunos de esos países están en la lista de los que crecerán por encima de un 6% en la próxima década. El ingreso real ya ha subido un 30% en los últimos diez años y con ello la capacidad adquisitiva de la población, que empieza a convertirse en el consumidor que interesa al capitalismo. Para 2040 la fuerza laboral del continente será mayor que la de India o China, y China lo sabe. Pekín ha celebrado cinco Foros de Cooperación entre África y China desde el año 2000, con planes de acción que se extienden hasta 2023 y una larga lista de contratos e inversiones anunciadas en cada traca final.

«Los chinos hacen lo que hacen, nosotros podemos aprender de ellos, y ellos de nosotros», replicó el exalcalde de Nueva York Michael Bloomberg cuando 'The Wall Street Journal' le hizo notar que EE UU va a la cola detrás del rival asiático y de la Unión Europea en esta iniciativa.

La Casa Blanca sostiene que la relación que Obama quiere establecer con el continente es radicalmente distinta a la del resto del mundo, porque EE UU se involucrará con ellos «de igual a igual», en lugar de verlos como una fuente de recursos a explotar o el destino de sus obras de caridad, dijo el asesor de Seguridad Nacional Ben Rhodes el jueves, cuando informó telefónicamente a la prensa del «espíritu» de Obama en esta cumbre.

Hay, como es lógico, gran entusiasmo entre el medio centenar de líderes invitados y sus muchas esposas, a las que entretendrán la primera dama, Michelle Obama, y su antecesora, Laura Bush, en una jornada dedicada al «empoderamiento de la mujer» en África. Pero no todo son celebraciones. A la mayoría de los invitados les ha embargado la decepción saber que no tendrán la oportunidad de pronunciar ningún discurso ni de encontrarse personalmente con Obama.

Sin discriminar

La Casa Blanca argumenta que dado el número de mandatarios invitados a una cumbre de sólo dos días hubiera sido imposible atenderlos a todos, por lo que la mejor manera de que ninguno se sienta discriminado es recibirlos en grupos. «Si le dedicase sólo 15 minutos a cada delegación necesitaría doce horas y media. ¿Es así como quieren que gaste su tiempo?», resumió Witney Schneidman, de la Brookings Institution. Rhodes sostiene que al final todos se sentirán atendidos, porque la misión de la cena de gala que se celebrará en la Casa Blanca al cerrar la cumbre es que el presidente tenga la oportunidad de al menos saludar personalmente a cada uno de ellos.

No estarán aburridos. Les acompañan más de 200 altos ejecutivos de las empresas interesadas en invertir en el crecimiento de África y los miembros del Congreso que han hecho posible las inversiones. Durante el Gobierno de Obama se han puesto en marcha iniciativas para duplicar la cobertura eléctrica del continente, mejorar la infraestructura pública y las inversiones financieras. Fundaciones como la de George W. Bush, Michael Bloomberg, Bill Clinton y Bill Gates se han esforzado en combatir las enfermedades que arrasan el continente y mejorar su salud pública. Y al final de esta cumbre el Gobierno de EE UU anunciará acuerdos por 900 millones de dólares (670 millones de euros) «en dinero nuevo», dijo la secretaria de Comercio Penny Pritzker, «para incentivar al sector privado a invertir en África y viceversa». Casi cien eventos paralelos organizados por universidades, 'think tanks' y organizaciones de negocios pondrán la guinda a esta cumbre, dedicada a 'Invertir en la Próxima Generación', dice el eslogan.

«Esto no es caridad, sino interés propio», reconoció Obama en su última visita al continente. «En nuestra economía global, nuestras fortunas están unidas como nunca antes. Más crecimiento y oportunidades en África significa más crecimiento y oportunidades en Estados Unidos». Un futuro del que quedan fuera Sudán, Eritrea, Zimbabue y la República Centroafricana porque quienes no cooperen políticamente con EE UU tampoco tienen sitio en su mesa.