La doble cara de Estados Unidos en el conflicto
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarEl secretario de Estado estadounidense John Kerry habla con el primer ministro isarelí «dos o tres veces al día» para negociar un alto al fuego. Públicamente reitera en cada oportunidad su «fuerte compromiso con el derecho de Israel a defenderse y a tomar acciones» contra los ataques de Hamas «y los túneles que le amenazan». Y con todo, las críticas israelíes son tan brutales que hasta se le ha llamado terrorista. A él no le importa, al menos públicamente. Pero si algo ha demostrado el Gobierno de Barack Obama en este conflicto es que lo que dice públicamente no es necesariamente lo que siente.
El martes Kerry se llevó la mano al pecho, bajó la mirada y dijo humildemente: «Esto no es sobre mí, sino de Israel y del derecho de Israel a defenderse, y de nuestro fuerte apoyo al derecho de Israel a defenderse», reiteró con redundancia. «Y de si hay un camino que permita seguir adelante evitando la pérdida de soldados israelíes y de civiles en todas partes». Kerry no podía ser más descompensado al mencionar explícitamente a los soldados israelíes y dejar a los 250 niños de Gaza en el saco genérico de «los civiles en todas partes», cuando sólo tres civiles israelíes han muerto desde que empezó el conflicto.
«Amigo cercano»
«No voy a preocuparme por los ataques personales que me hagan», aseguró. «Sé que continuaremos trabajando con nuestro amigo cercano y fuerte aliado». Necesitó, sin embargo, recordar que en los 29 años que pasó en el Congreso acumuló un historial de «100% de voto proisraelí» que certifica su «amistad y devoción a la protección del Estado de Israel», antes de poder permitirse una ligera grieta en el discurso que alinea con Netanyahu. «Como alguien que ha estado en la guerra, creo que es mejor encontrar otro camino antes de verte metido en algo que ya no puedes parar».
EE UU dio su beneplácito al principio, reconfortado por las promesas de que sería una operación quirúrgica para acabar con los túneles y los arsenales de misiles de Hamas, lo que pronto se demostró falso. Un micrófono abierto le pilló diciendo escandalizado a su ayudante «vaya demonios de operación milimétrica que están haciendo». Su jefe también parece haber dejado los escrúpulos para la intimidad. Públicamente expresa su «grave y creciente precupación por la muerte de civiles» en medio de discursos proisraelíes que, como los de Kerry, justifican una y otra vez la masacre con el derecho a defenderse. Israel puede estar perdiendo la batalla de la opinión pública en el mundo, pero sigue teniendo a los gobiernos en un puño.