Susana Díaz se echa a un lado y permite a Pedro Sánchez reivindicar su autonomía
La dirigente andaluza cede a Micaela Navarro la presidencia y renuncia a imponer al número dos, que recae en César Luena
MADRID. Actualizado: GuardarSi un riesgo corre Pedro Sánchez desde que ganó las elecciones directas a la secretaría general del PSOE con el 48,69% de los votos de los militantes pero, sobre todo, con el apoyo crucial de Susana Díaz y de la mayoría de los barones del partido, es el de aparecer como un líder tutelado por la dirigente de la federación más poderosa del partido. Y es el intento de desmontar esa imagen el que explicará, en buena medida, la composición de su nueva ejecutiva. Entre otras cosas, porque así se lo planteó desde el primer momento la propia presidenta de la Junta de Andalucía.
«Lo que no quiere bajo ningún concepto Susana es aparecer como quien lo decide todo», afirmaba hace sólo tres días uno de los dirigentes territoriales que más sintonía tiene con la líder de los socialistas andaluces. «Tiene que ser creíble que apostamos por Pedro, porque lo contrario sólo puede perjudicar nuestras posibilidades de recuperación electoral», apostillaba también otro de los barones implicados, en su momento, en la operación fallida para que la dirigente de más peso institucional del partido sustituyera a Alfredo Pérez Rubalcaba. Dos nombramientos conocidos ayer plasman ese espíritu de manos libres para el nuevo secretario general. Tendrá un secretario de Organización de su más estrecha confianza y no impuesto por Andalucía, como se especuló durante varios días: el líder del PSOE riojano, César Luena, que ya ejerció como jefe de campaña en la sombra en la fase final de la carrera por el liderazgo del partido. Además, Susana Díaz renuncia a ser la presidenta de la formación, como lo fueron sus antecesores al frente de la Junta, Manuel Chaves y José Antonio Griñán. El puesto recaerá en Micaela Navarro, que ejerce (y mantendrá) ese mismo cargo en la federación de Andalucía.
Díaz ya había advertido de que no quería puesto alguno en la ejecutiva el primer día que se entrevistó con Sánchez en Ferraz, hace casi dos semanas, pero el líder de la oposición 'in péctore' trató en varias ocasiones de hacerle reconsiderar la idea. El jueves, durante el larguísimo almuerzo que ambos mantuvieron en la sede del partido, puso de nuevo encima de la mesa la presidencia, tradicionalmente más simbólica que ejecutiva. Y ella lo rechazó. Pero pidió un tiempo para darle una respuesta. En la tarde de ayer llegó la solución definitiva. «Habría sido inevitable que acabara produciéndose un cierto ejercicio de tutela; Susana no es muy de liderazgo compartido», dice un socialista afín.
Puesto en la dirección
La baronesa puede presidir, en cambio, el Consejo de Política Territorial, que ahora pasa a llamarse de Política Federal y en el que los secretarios regionales debaten sobre aquellos asuntos que afectan a las competencias de las comunidades autónomas, según fuentes conocedoras de las negociaciones que se han producido estos días. Eso significa que estará en las reuniones de la ejecutiva. «Al fin y al cabo -apuntan- es la principal líder autonómica».
En la nueva dirección socialista, que debe ser votada mañana en el congreso extraordinario que arranca hoy, sí entrarán, salvo movimientos de última hora, otros líderes territoriales que han forjado una clara alianza con Andalucía en los últimos tiempos, como el valenciano Ximo Puig, al que podría corresponder la secretaría de Relaciones Institucionales. Además, repetirá como vocal el secretario general de los socialistas castellano-manchegos Emiliano García-Page.
El mensaje con el que no pocos aparatos jugaron durante la campaña por dirigir el PSOE fue el de que la victoria de Sánchez pondría fin, de una vez, a la división interna que generó el 38 Congreso entre partidarios de Alfredo Pérez Rubalcaba y simpatizantes de Carme Chacón.
Porque, a excepción del presidente asturiano, Javier Fernández y del secretario general de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, todos lo apoyaron frente a la de Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias. A diferencia de lo que ocurrió con Chacón, ninguno de los dos aspirantes vencidos tienen apoyo orgánico suficiente, ni voluntad alguna en el caso de Madina, de ejercer un contrapoder.
Quizá por eso mismo, Sánchez, que prometió integración, ha ignorado sus llamamientos para negociar la entrada de personas afines a unos y otros, tras una primera entrevista casi de trámite. En cambio, sí ha buscado un puesto en la dirección para Chacón. No en vano, muchos de sus apoyos clave se situaron junto al madrileño al ver que esa era la apuesta de Susana Díaz y que sería ingenuo pelear en contra. Por parte del PSC también estará su último líder, Pere Navarro, y quizá la diputada Meritxel Batet.