La ofensiva israelí agota los objetivos en Gaza
Un bombardeo destroza a cuatro niños palestinos, todos primos, cuando jugaban al fútbol en la playa de la Franja
GAZA. Actualizado: GuardarAhed, Zakariya, Mohamed e Ismail jugaban al fútbol en la playa a las cuatro de la tarde cuando un proyectil disparado desde una lancha de la Armada israelí impactó en la arena. No fue un aviso. Salieron corriendo en un intento de escapar, pero un segundo disparo acabó con las vidas de los niños en una acción que Ashraf al-Qidra, portavoz del hospital Al-Shifa de Gaza, calificó de «crimen cobarde».
El mayor tenía 11 años y todos eran primos, miembros de la familia Baker. Sus nombres y sus cadáveres destrozados sobre la arena se suman a una lista de fallecidos que ya supera los doscientos desde que Israel puso en marcha la operación 'Margen protector', la gran mayoría civiles, según datos de Naciones Unidas. Los cohetes de las milicias palestinas han causado un muerto en Israel y provocan el pánico entre la población cada vez que suena la alarma de alerta. Los misiles de Israel siembran de muerte la Franja.
El caso de estos cuatro menores se suma a otras matanzas de no combatientes ocurridas en los últimos días, como la de la casa de los Batesh, en la que murieron 18 personas de la misma familia. Portavoces militares israelíes anunciaron anoche que investigan el asesinato de los cuatro primos Baker y aseguraron que el objetivo del ataque era un miembro de Hamás. En la playa no hay edificios, el más cercano se localiza a 300 metros.
El Ejército israelí afronta su décimo día de bombardeos y «parece que se le han acabado los objetivos, por eso atacan casas como la de Mahmoud Zahar». «Saben perfectamente que los líderes de Hamás están en lugar seguro, pero aún así disparan para que todos los vecinos suframos», lamenta Mozin Shaban sentado ante la puerta de su casa, que se abre con dificultad por culpa de los escombros. Un misil ha impactado hace escasas horas en la vivienda contigua, la residencia del cofundador de Hamás al que nadie ve por el barrio «desde el segundo día del ramadán». «Acudió a la oración y desapareció», afirma Shaban, que en la ofensiva de 2008 perdió a tres de sus hijos de 19, 20 y 23 años. El templo también sufre graves daños por culpa del ataque. La estrategia de utilizar como objetivos casas privadas de miembros de Hamás, simpatizantes o parientes provoca terror porque el abanico es tan amplio que todos se sienten blanco de la munición hebrea.
«Guerra psicológica»
La mayor parte de los comercios permanecen cerrados, por las calles circulan muy pocos coches y después de cada explosión la gente pregunta por la dirección de la casa afectada como quien busca una oficina de correos en cualquier otra ciudad del mundo. La experiencia de las operaciones israelíes de 2008 y 2012 sirve a los gazatíes para intentar seguir con sus vidas pese a los bombardeos.
Eso han pensado la mayoría de vecinos de Shejaie y Zeitun, las dos zonas del noreste en las que Israel ha pedido ya en dos ocasiones a los civiles que salgan, pero desde donde «no se ha producido el movimiento de población que esperábamos», aseguran fuentes de Naciones Unidas consultadas en la Franja. Las autoridades políticas y religiosas del territorio palestino insisten en que se trata de «guerra psicológica» y dicen a la gente que se quede tranquila en casa, pero el Ejército amenaza con iniciar duros bombardeos.
En esta zona residen unas 100.000 personas y, según los israelíes, aquí se encontrarían las lanzaderas de los cohetes de larga distancia que en los últimos días han llegado hasta Haifa, a 150 kilómetros del borde de Gaza. Hasta el momento los 24 colegios de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) reconvertidos en refugios albergan a 22.0000 personas.
Además de los bombardeos, la gente teme una invasión terrestre sobre la que los dirigentes más radicales de Israel hablan cada día y que volvió a ganar peso tras la autorización del Gobierno para la movilización de otros 8.000 reservistas, según informaron medios hebreos. El ministro de Asuntos Exteriores, Avigdor Lieberman, declaró que «no hay país en el mundo que pueda aceptar el disparo de cohetes, ni EE UU, ni Rusia, Londres o París. Es nuestra obligación primordial garantizar la seguridad de los ciudadanos israelíes y adoptar todos los medios necesarios para ese fin».
Las milicias palestinas siguen con el lanzamiento diario de decenas de cohetes, aunque la mayor parte son interceptados por el sistema 'Cúpula de hierro' -al que Israel pronto incorporará tres nuevas baterías- o caen en terreno abierto. «Estamos decididos a llegar hasta el final porque no podemos volver a una situación como la de antes, la única opción de alto el fuego es con la garantía de que Israel va a levantar el bloqueo», afirma Mushir al-Masri, diputado de Hamás, a las puertas del hospital Al-Shifa, único lugar de la Franja donde se puede ver a los responsables del grupo islamista.
Al-Masri no rechaza la mediación de Egipto, pero «esta vez necesitamos supervisión internacional que obligue a Israel a cumplir con lo acordado». Ésta es la opinión compartida por la inmensa mayoría de los ciudadanos consultados en las calles de Gaza, agotados por un bloqueo que ahora les une ante el enemigo común.