
Muere Nadine Gordimer, la voz blanca contra el 'apartheid'
Gran dama de las letras sudafricanas, maestra del cuento y premio Nobel de Literatura en 1991, fallece a los 90 años
MADRID. Actualizado: GuardarNadine Gordimer, gran dama de las letras sudafricanas, genio del relato corto y Nobel de Literatura en 1991, comprometida y crítica voz blanca que clamó contra la segregación racial en su país y en favor de la tolerancia, falleció el domingo con 90 años. Hija de la minoritaria comunidad anglófona blanca, henchida de amor por su tierra y militante del partido de Nelson Mandela, encarnó la conciencia moral de su país. La escritora murió en paz mientras dormía en su casa de Johannesburgo, según precisó ayer su familia.
Gordimer nació el 20 de noviembre de 1923. Hija de un judío lituano y una cristiana inglesa, vivió una infancia convencional y pequeñoburguesa en Springs, su minera ciudad natal. Autora precoz, con 15 años publicó su primer cuento. Se confirmó como narradora con los cuentos que reunió en 1949 en 'La suave voz de la serpiente'. Etiquetada como 'la Katherine Mansfield sudafricana', jamás dejaría de escribir relatos, género en el que brilló como gran maestra. La necesidad de arraigar a sus personajes en su contexto le hizo descubrir el 'apartheid', que duraría 44 años y que combatió con la pluma y los hechos. «Soy africana, el color de la piel no importa», aseguraba una gran mujer que decía tener «más cosas en común con los jóvenes negros que con los blancos».
Su primera novela, 'Los días mentirosos', apareció en 1953. Firmó luego otras 14 novelas y una docena de colecciones de relatos en los que describe las desigualdades y dificultades afectivas de los habitantes de la Sudáfrica contemporánea. Entre sus títulos destacan 'La historia de mi hijo', 'El conservador', 'Gente en Julio', 'La hija de Burger', 'Un arma en casa' o 'Mundo de extraños'.
En 1974 recibió el Booker Price por 'El conservador' y ganó relevancia internacional. El Nobel la hacía universal 17 años después. Negó que se lo dieran por su acción política y reivindicó su literatura, «mi razón para seguir con vida». «Su mayor orgullo no era el Nobel, sino declarar en 1986 en un proceso que contribuyó a salvar la vida de 22 miembros del ANC acusados de traición», recordaron ayer sus hijos Hugo y Oriane.