El partido de España comenzó el 7 de marzo en Dublín

Seguro que algún día de estos Mariano Rajoy descolgó el teléfono, marcó el prefijo de Luxemburgo y entonó aquello de «oye, Jean-Claude, ¿qué hay de lo mío?». El futuro presidente de la Comisión Europea le debe una a España y el presidente del Gobierno va a jugar esta baza en el pitido final. El partido empezó a disputarse el 7 de marzo, en Dublín, donde Rajoy decidió apoyar a la canciller alemana, Angela Merkel, para aupar a Juncker como candidato del PPE a las elecciones europeas del 25-M. Los votos de la delegación española fueron claves para derrotar al francés Michel Barnier y el ex primer ministro luxemburgués lo sabe. De hecho, no ha dudado en reconocer que España está «infrarrepresentada» en la cúpula de la UE, un 'caché' que perdió al ser castigada tras el rescate.

La posición de partida, explican fuentes diplomáticas, es conseguir la presidencia del Eurogrupo y «una cartera económica de peso». Ahora, España, a través del socialista Joaquín Almunia, ya ocupa la de Competencia, quizá la más relevante. Sin embargo, repetir es poco menos que imposible porque existe una regla no escrita por la que los Estados siempre cambian de área al comenzar una nueva legislatura.

Quedarían, por lo tanto, Asuntos Económicos (descartada al ir un socialista), Mercado Interior, Servicios Financieros o Comercio, una de las favoritas ya que la UE está a las puertas de firmar un acuerdo histórico de libre comercio con EE UU. El problema es que si España logra finalmente el Eurogrupo, «es muy posible que el peso de la comisaría que le toque sea de nivel medio», advierte una alta fuente bruselense.

Además, está el factor de quién será el candidato español, puesto en teoría reservado para el exministro Miguel Arias Cañete. El problema es que Jean-Claude Juncker ya ha empezado a 'invitar' a los países a proponer a mujeres, que hay demasiados hombres en las quinielas iniciales. Y el que lo haga, deslizó, podría tener una cartera mejor.