Adiós a Shevardnadze, artífice de final de la Guerra Fría
El jefe de la diplomacia soviética, retirado de la política desde su renuncia la presidencia de Georgia en 2003, fallece a los 86 años
MOSCÚ. Actualizado: GuardarEduard Shevardnadze, fallecido ayer en Tiflis a los 86 años, posibilitó la caída del muro de Berlín, la emancipación de los países del Este, la reunificación de Alemania y la política de distensión y desarme de la era de Mijaíl Gorbachov. Fue una de las referencias del movimiento democrático en la Unión Soviética. Su dimisión al frente del Ministerio de Exteriores, en diciembre de 1990, fue premonitoria. Shevardnadze abandonó entonces a Gorbachov por que el país iba «hacia una dictadura». Él fue el primero que vaticinó el golpe de Estado de agosto de 1991.
Eduard Ambrósievich ingresó en las juventudes comunistas en 1948 y, veinte años más tarde, era ya ministro de Interior de la república soviética de Georgia. En 1972 se convirtió en el primer secretario del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética) en Georgia, la máxima autoridad republicana, e ingresó en el Comité Central, el gran cónclave de la cúpula comunista, cuatro años más tarde. Gorbachov le nombró ministro de Exteriores en sustitución del legendario Andréi Gromiko y le hizo miembro del Buró Político.
El nombramiento como jefe de la diplomacia soviética, según admitió el propio Shevardnadze, fue para él una auténtica sorpresa. Nadie imaginaba a un georgiano sin ninguna experiencia en asuntos internacionales como responsable de Exteriores. Se dijo entonces que Gorbachov necesitaba a un hombre que inspirase confianza para convencer al mundo de que la URSS estaba dispuesta a desarmarse y a poner fin a la Guerra Fría. El Kremlin cambió la destreza, frialdad y veteranía de Gromiko por la afabilidad y simpatía de Shevardnadze. Gorbachov recordaba ayer su «enorme talento como político».
Con Shevardnadze cambió totalmente el panorama de las relaciones entre Moscú y Occidente. Su contribución fue decisiva para neutralizar a quienes dentro de la URSS clamaban por acudir en ayuda de Sadam Hussein cuando sus tropas fueron obligadas a abandonar Kuwait.