Abróchense los cinturones para comer
El último grito entre la población adinerada de Shanghái es cenar en una mesa suspendida a 50 metros del suelo
Actualizado: GuardarNo es fácil llamar la atención en una ciudad de 24 millones de habitantes. Y menos en Shanghái, donde miles de empresas compiten por meter su mano en la cartera cada vez más abultada del adinerado consumidor chino. De ahí que algunas se vean obligadas a rizar el rizo. Es el caso del Hotel Four Seasons, en el distrito financiero de Pudong, que acaba de inaugurar el restaurante con mejores vistas de la capital económica de China. Sin duda, el 'Sky Restaurant' (Restaurante del Cielo) no tiene rival en esa categoría, y es fácil de entender por qué: se trata de una mesa a la que pueden sentarse 22 comensales servidos por un cocinero y un camarero, que es levantada hasta los 50 metros de altura por una gigantesca grúa que la mantiene suspendida durante la comida. Y no importa que llueva, porque la mesa voladora está cubierta por un techo transparente.
Eso sí, hay varias limitaciones: la mesa no puede izarse cuando el viento sopla con fuerza, y, teóricamente, los clientes, que deben abrocharse los cinturones como en cualquier atracción de feria, tienen prohibido llevar consigo objetos que se puedan lanzar a quienes pasan por debajo. Además, para el cocinero la experiencia supone un reto. «La cocina es tan pequeña que me tengo que concentrar mucho en lo que hago, y eso es una pena porque me acabo perdiendo las vistas», explicó el chef del hotel, Weimar Gómez, al diario local 'Shanghai Daily'.
Claro que el privilegio de disfrutar de un menú sobre el bosque de rascacielos de la zona más espectacular de la ciudad lleva aparejada una abultada factura: los 308 clientes de las 14 comidas que se han ofrecido en el restaurante colgante desde el pasado día 27 han tenido que abonar entre 1.888 y 8.888 yuanes (de 220 a 1.050 euros). Pero, a juzgar por los comentarios que luego han dejado en las redes sociales, acompañados siempre de 'selfies' sonrientes, ha merecido la pena. «Es impresionante disfrutar de una copa de champán y de siete deliciosos platos con el atardecer de Shanghái», comentó una de las afortanadas en la red social Weibo.
Como sucede en todas las muestras de extravagancia de la clase adinerada de China, las críticas tampoco han tardado en arreciar. «Dicen que no pueden llevar nada consigo pero lo primero que hacen todos es sacarse una foto con sus móviles. La seguridad, por lo visto, no va con los ricos», criticaba otro usuario de la versión local de Twitter. «¿Y si quieren ir al baño?», preguntaba irónico otro internauta. En cualquier caso, el copyright del asunto no es chino sino belga. Allí fue, en Bélgica, donde en 2007 dos cocineros emprendedores dieron con la innovadora idea.
Pero en ningún lugar ha tenido tanto éxito como en Shanghái. Por eso, el Hotel Four Seasons ya ha anunciado que, después del éxito cosechado en los tres días de pruebas, volverá a poner en marcha la grúa en septiembre y octubre. Claro que, entonces, los comensales estarán a expensas de lo que les deparen los caprichosos tifones que azotan la ciudad, y que pueden provocar más de un corte de digestión.