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Otros 30 muertos en Sicilia recuerdan a la nueva UE sus carencias en inmigración
Juncker se estaría planteando nombrar un comisario exclusivo para el problema
ROMA. Actualizado: GuardarResuelta la elección de Jean- Claude Juncker como probable nuevo presidente de la Comisión Europea, al inicio de la presidencia de turno italiana, que comienza hoy, otros 30 muertos en una nave a la deriva en el Mediterráneo, cerca de Sicilia, vuelven a recordar el terrible drama de la inmigración que la UE no sabe ni quiere afrontar. Esta nueva fase del proyecto europeo, tras las elecciones de mayo, tiene la ocasión de hacer por fin algo al respecto, y rápido. En las últimas 48 horas la Marina italiana ha rescatado más de 5.000 personas lanzadas al mar a la desesperada desde el norte de África. Llevan más de 67.000 este año y batirán récords. La mayoría son sirios, somalíes y eritreos que huyen de la guerra. Refugiados, a todos los efectos, pero sin posibilidad de pedir asilo a menos que se jueguen la vida pagando una fortuna para llegar a Italia. Donde tampoco se quieren quedar, porque quieren ir a los países del norte, pero están obligados a hacerlo en el primer país que tocan.
El suceso de ayer añadió un grado más de horror. Los 30 muertos estaban aplastados y asfixiados en la minúscula sala de máquinas de una vieja embarcación de 30 metros donde se apiñaban 566 personas. Las imágenes eran inverosímiles. Los ocupantes, entre ellos mujeres embarazadas y niños, fueron trasladados a las naves militares italianas pero fue imposible sacar los cadáveres, que sólo hoy llegarán a puerto. Este desembarco es uno más de las decenas que se suceden en estas horas en Sicilia, a menudo en pequeños municipios, que no dan abasto para acoger a estas personas y ya las están alojando en iglesias. Ni siquiera tienen cámaras frigoríficas suficientes para custodiar los cadáveres.
Italia está afrontando una operación de rescate continua de enormes dimensiones, y un coste mensual de 4 millones de euros, y pone constantemente esta cuestión sobre la mesa europea. El primer ministro, Matteo Renzi, hará de ello una de sus prioridades este semestre. Quieren, como España, Grecia y los países del sur, que se afronte como un problema europeo, y no sólo de quienes tienen fronteras, con ayuda y solidaridad del resto de Estados. Está por ver si algo va a cambiar ahora, pero ayer parecía moverse algo. Según la prensa italiana, Juncker estaría pensando en nombrar un nuevo comisario europeo dedicado exclusivamente a la inmigración, un tema que hasta ahora es sólo uno más de los que concierne al comisario de Asuntos Internos. Naturalmente, hasta que no se confirme la designación de Juncker, el próximo 16 de julio, no habrá nada claro. Hay que seguir esperando.
Entretanto, precisamente la actual comisaria de Asuntos Internos, Cecilia Malmstrom, repitió las habituales palabras de gravedad y circunstancias. Mostró su apoyo a Italia, expresó el deseo de que la UE «contribuya mayormente» con más dinero y reiteró su conocido llamamiento a que los países europeos «ayuden a dar plazas a refugiados directamente desde los campos de prófugos en países terceros». También anunció un plan para luchar contra las mafias que organizan estos viajes. Será mediante Europol y Frontex, la agencia encargada del control de fronteras -con fondos limitados y, por cierto, con sede en Varsovia- y acuerdos con los países de partida de las naves de inmigrantes en el norte de África. El problema es que casi todas zarpan de Libia, sumida en el caos.