Un joven se protege de la lluvia en el Vaticano bajo un paraguas con los colores del arcoíris, símbolo de la comunidad gay. :: DIMITAR DILKOFF / AFP
Sociedad

El Vaticano asume la «enorme brecha» que le separa de la sociedad sobre familia y sexo

La encuesta entre los fieles sobre temas como divorcio, gais o anticonceptivos calienta con su realismo el debate del sínodo de octubre

ROMA. Actualizado: Guardar
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La Iglesia católica por fin ha tomado nota de una obviedad: la mayoría de la gente ve de forma muy distinta cuestiones como el sexo, el divorcio, la homosexualidad, la fecundación artificial o los anticonceptivos. Al menos ya es oficial. Ahora con Francisco no se trata de machacar con la doctrina, sino de salir a la calle a comprender lo que pasa y tender puentes. Por eso el Papa ha planteado un sínodo extraordinario sobre la familia en octubre, seguido de otro en 2015, dos años de gran debate para buscar soluciones. El primer paso, significativo, ha sido preguntar a obispos y también a los fieles, una novedad, sobre los temas candentes. Son esas 39 preguntas divulgadas con mucho eco en noviembre. Ayer, por fin, se hizo público el resultado.

El documento de 87 páginas que recoge las respuestas de todo el mundo es el 'Instrumentum laboris', la base de la futura discusión, y tiene conclusiones crudas: «Todas las respuestas suelen subrayar que las dificultades para recibir el mensaje de la Iglesia acerca del amor fecundo entre el hombre y la mujer están relacionadas con la enorme brecha entre la doctrina de la Iglesia y la educación civil». A veces son de una ingenuidad encantadora: «El conocimiento de los documentos del magisterio sobre la familia en general es escaso. Los entendidos en ámbito teológico los conocen. Sin embargo, al parecer estos textos no impregnan profundamente la mentalidad de los fieles».

Es más, cuando se conoce la doctrina «muchos cristianos manifiestan dificultades para aceptarla integralmente».

Para empezar, el texto admite que ya no se entiende el concepto de ley natural -una ley moral universal que coincide con lo que dice la Iglesia-, pilar de las directrices católicas. No, la gente razona según «la autonomía de la libertad humana y la aspiración a la felicidad, entendida como realización de los deseos».

Todo se complica cuando hay culturas donde los católicos sí admiten lo «natural», pero en ello engloban cosas como la poligamia, repudiar a la mujer estéril o el incesto. En resumen, constata la Iglesia, «la ley natural ya no se puede considerar universal, puesto que ya no existe un sistema de referencia común».

«Desafíos»

Por tanto al Vaticano no le queda más que fotografiar una realidad muy variada y distante: «prácticas afianzadas» contrarias al catecismo, uniones homosexuales, nuevas formas de familia, parejas que no quieren tener hijos, personas que prefieren vivir solas... Para la Iglesia son «desafíos» a los que debe responder, y ése es el título del sínodo. Por si acaso, uno de los prelados que presentó el documento repitió ayer que no habrá cambios de doctrina, sino búsqueda de fórmulas para «sanar heridas» y hacer regresar a los que se han alejado.

El cuestionario no ahorra la autocrítica sincera. Hay «una mención relevante de los escándalos sexuales en la Iglesia» y «una experiencia negativa con el clero» que señala «una significativa pérdida de credibilidad moral». Se le suma la vida «incoherente» de algunos curas y de fieles «que viven su fe de manera teatral». La respuesta, dice el texto, debe ser una Iglesia «abierta y positiva», con un testimonio creíble de sus miembros.

El documento analiza problemas actuales de la familia, más allá de la fe: la incomunicación que causan internet, los móviles y las redes sociales; horarios de trabajo «extenuantes» y un mundo laboral que exige mucha flexibilidad; la escasez de ayudas efectivas de los Gobiernos para fomentar la natalidad.

En contraste con este panorama, brilla la ausencia de soluciones convincentes. Se apuntan medidas como mejorar la formación de curas, cambiar el lenguaje... Basta ver la solución contra la opinión dominante sobre los anticonceptivos: difundir mejor la encíclica 'Humanae vitae', de 1968, que los prohibió.

Para combatir la convivencia sin matrimonio se propone «ayudar a los jóvenes a salir de una visión romántica del amor, percibido sólo como un sentimiento intenso hacia el otro». También se nota una gran desorientación sobre cómo afrontar las parejas homosexuales creyentes. Se dicen cosas así: «El gran desafío será desarrollar una pastoral que logre el justo equilibrio entre acogida misericordiosa y acompañamiento gradual hacia una auténtica madurez humana y cristiana». En fin, intentar que vuelvan a ser heterosexuales.

Con todo, el documento admite que «es más bien consistente el número de quienes consideran con despreocupación su situación irregular», en referencia a divorciados o parejas de hecho. Mientras que muchos fieles en esta situación a quienes sí les importa «sienten frustración y se sienten marginados». En este sentido, entre los fieles se pide agilizar el proceso de las causas de nulidad.

Esta radiografía es el punto de partida de un largo camino. Según el plan de ruta será el segundo sínodo, en 2015, el que proponga «soluciones operativas». De momento algo se mueve en la Iglesia, en sintonía con el nuevo Papa, para que se manifieste «como presencia amorosa» y «no excluyente».