'La bola de cristal', de John William Waterhouse :: COLECCIÓN PÉREZ SIMÓN
Sociedad

El Thyssen resucita la pintura victoriana

Lawrence Alma-Tadema es el pintor estrella del olvidado movimiento británico que vuelve a pujar con fuerza en el mercado y en los museos Exhibe lo mejor de la colección Pérez Simón, que atesora joyas de una escuela sepultada durante un siglo

MADRID. Actualizado: Guardar
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Sir Lawrence Alma-Tadema fue un pintor de notabilísimo éxito en la Inglaterra de finales del XIX. Cénit de la pintura victoriana y eduardiana, la aristocracia y la burguesía industrial se rifaban sus cuadros, en los que recreaba la delicada intimidad del mundo clásico y el esplendor de las villas romanas y exaltaba la belleza femenina en una pintura preciosista y de corte académico. Pero con el siglo cambiaron los gustos y la revolución impresionista y demás 'ismos' emergentes arrumbaron una escuela cuyo certificado de muerte llegaría con la Primera Guerra Mundial. Es ahora, un siglo después, cuando renace el interés y la sepultada pintura victoriana vuelve a cotizar con fuerza en el mercado y resurge en la programación de los museos.

Prueba de esa resurrección es la exposición que acoge hasta octubre el museo Thyssen-Bornemisza, 'Alma-Tadema y la pintura victoriana', una brillante selección que descubre cincuenta de las mejores piezas de esta época que proceden de la ecléctica colección del mexicano Juan Antonio Pérez Simón. Antiguo socio de Carlos Slim, atesora más de tres mil piezas de todos los géneros y maestros. Un millar son grandes obras, del Renacimiento a Turner o Sorolla, pasando por Murillo y Ribera, «aunque es el siglo XIX y la pintura victoriana, sobre todo, es el momento más brillante de la colección», según Guillermo Solana, director del Thyssen.

En las últimas tres décadas Pérez Simón se ha dedicado a adquirir pintura victoriana a unos precios más que interesantes, antes de que volviera a dispararse el interés. Tanto que un coleccionista catarí pagó más de 16 millones de euros por un lienzo de Alma-Tadema de ambientación egipcia que hace solo unos años habría seguido acumulando polvo en el almacén de algún museo o en un vetusto salón británico. A la muerte de Alma-Tadema en 1912 el crítico Roger Fry dijo en su necrológica que era «el ejemplo extremo del materialismo comercial de nuestra civilización» y «encarnación de todo lo que los modernos militantes detestaban». Era el primer capítulo de una centenaria exclusión.

Piedra angular

La exposición, que llega al Thyssen tras su paso por París y Roma camino de Londres, descubre al gran público la sensualidad esteticista de algunos de los artistas más significativos de la pintura inglesa del siglo XIX. Alma-Tadema es la piedra angular del movimiento y junto a sus pinturas se exhiben las de Edward Coley Burne-Jones, Sir Frederic Leighton, Albert J. Moore y Dante Gabriel Rossetti.

Todos cultivaron en sus obras valores en fuerte contraste con las actitudes moralizantes de la época, como la vuelta a la antigüedad clásica grecorromana y los maestros antiguos. Se recrean en el desnudo femenino, representado, según los cánones clásicos, en las suntuosas decoraciones y las referencias a las leyendas y temas medievales que habían heredado de los prerrafaelitas, y las de temática artúrica que la poesía contemporánea había puesto otra vez de moda.

Véronique Gerard-Powell, profesora de la parisina universidad de la Sorbona, es la comisaria y responsable de una selección que incluye algunos de los iconos del arte británico de la época, como 'Las rosas de Heliogábalo', de Alma-Tadema y joya de la muestra; 'Muchachas griegas recogiendo guijarros en el mar', de Leighton; 'El cuarteto de Albert Moore' o 'Andrómeda', de Poynter.

Interés creciente

Todos triunfaron en vida, bajo los reinados de Victoria (1837-1901) y de su hijo Eduardo (1901-1910), pero el cambio de canon asesinó el aprecio y la fuerte demanda de una pintura que, hasta su reciente renacer, fue ignorada por museos y coleccionistas durante casi un siglo. Andrew Lloyd Webber, el afamado compositor de musicales y gran coleccionista de arte, impulsó con sus compras «un mercado que se ha reactivado en Estados Unidos gracias al cine de época -las películas del género denominado peplum- y que es muy atractivo también para los adinerados coleccionistas de Medio Oriente», explica la comisaria.

La muestra propone un recorrido cronológico que arranca en 1860 con la disolución de la Fraternidad Prerrafaelita, mientras se imponía en Gran Bretaña una corriente cultural y artística conocida como el 'Movimiento estético'. Termina cincuenta años después con el drástico cambió el gusto de los británicos.

Las obras se organizan en torno a seis capítulos: Eclecticismo de una época; Belleza ideal, belleza clásica; Alma-Tadema, entre reconstrucción histórica y ensueño; El rostro, espejo de la belleza; Del prerrafaelismo al simbolismo, y Entre tradición y modernidad.