Economia

RETOQUES, QUE NO REFORMA

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El Gobierno ha decidido ir con calma. Las prisas y las aventuras no son sus señas de identidad. A Mariano Rajoy le gusta la parsimonia, los pequeños pasos y las reformas minimalistas. Los que le habíamos creído sus declaraciones y esperábamos una auténtica y profunda reforma fiscal dirigida a modernizar el sistema actual para ponerlo a trabajar en pos de la recuperación económica deberemos esperar todavía para verla plasmada en el Boletín Oficial del Estado. Lo que aprobó el Consejo de Ministros del viernes no es una reforma, es tan solo un conjunto de retoques con una inspiración reparadora y con una intención electoralista. Se trata simplemente de rebajar algo de lo que antes había subido para aplacar los ánimos y hacer olvidar antiguos agravios. Pero ni hay figuras impositivas nuevas, ni eliminación de ninguna de las antiguas. Con todo, lo que ahora se baja no llega a compensar lo que previamente se subió.

Lo único que ha cumplido esta vez es su promesa de no subir el IVA, desoyendo así a las instituciones europeas e impidiendo la necesaria reducción de las cotizaciones sociales. Es un viejo debate con el que no disfruta ningún gobierno. Bajar las cotizaciones sociales equivale a mejorar la competitividad de las exportaciones, que ven reducido su coste por la eliminación en frontera de una parte de esa pesada carga. Pero, como eso minora también la recaudación obtenida, es necesario reponerla y lo 'habitual' es hacerlo con la subida del IVA, lo que encarece el precio de las importaciones que pagan este impuesto, y el de todo lo que consumimos dentro del país, por supuesto. Y, claro, como eso es impopular y no conviene enfadar al votante cuando se apresta a decidir a quién vota, pues no es difícil de entender la solución elegida: todos quietos y a esperar.

El 'retoque' decidido se refiere básicamente a los tramos del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), que se reducen en toda la escala y se sitúan algo por encima de lo que estaban en la era Zapatero, y al Impuesto de Sociedades y la tributación del ahorro, que también bajan. Lo primero y lo tercero alegrarán al personal y lo harán desde el 1 de enero al rebajarse las retenciones de las nóminas y dejar más dinero en sus bolsillos. Lo segundo debería animar a las empresas, lo que se podría traducir en más empleo e inversión. Lo primero es seguro, cuenten con ello, lo segundo es solo probable, ya veremos.

Es decir, la esperada reforma de Cristóbal Montoro es solo un movimiento excesivamente cauteloso y muy poco valiente. Por su alcance limitado y porque no se acompaña de más cambios necesarios en el sistema impositivo. Por supuesto, no del cambio principal, que es el avance claro en la racionalización del gasto del Estado.