Don Felipe, en septiembre del año pasado, defendiendo la candidatura olímpica de Madrid 2020 en Buenos Aires. :: REUTERS
ESPAÑA

El deporte gana un Rey

Abanderado del equipo español en Barcelona 92, donde logró un diploma olímpico, es hincha confeso del Atlético

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Don Felipe mantiene una relación muy especial con el deporte desde muy pequeño y ha continuado con la tradición deportiva de la Familia Real. Desde la infancia se ha educado en un ambiente sano y deportivo. Felipe VI se inició en el judo, que le ayudó a fortalecer su espalda, aunque sus verdaderas pasiones deportivas han sido la vela, el squash y el esquí. Sobre todo la vela, pasión que le inculcó su abuelo don Juan. Es, dicen, un regatista de la cabeza a los pies. En estos días se han rescatado algunas imágenes de un niño navegando en un barco de la clase optimist en la escuela de vela de Calanova, en Mallorca.

Su amor por la vela y el deporte quedó claro en la imagen que a todo el mundo le viene a la memoria cuando se habla de la relación de don Felipe de Borbón y Grecia con el deporte. Aquella tarde de julio en la que portó la bandera española en los Juegos Olímpicos de Barcelona. Aunque «soñé con una medalla», como ha asegurado en alguna ocasión, tuvo que conformarse con un diploma olímpico por el sexto puesto que ocupó en la clase soling a bordo del 'Aifos' -Sofía, el nombre de su madre, al revés-, junto a Fernando León y Alfredo Vázquez como compañeros de tripulación.

Su experiencia en Barcelona le marcó muchísimo y durante ese mes de verano abandonó su papel de Príncipe de Asturias para ser un deportista más que participaba en tertulias en los bares como cualquier otro regatista, limpiaba su embarcación y bajaba al puerto en bicicleta desde la Villa Olímpica.

Próximo a los deportistas

Su vinculación al espíritu olímpico no se quedó en su participación en los únicos Juegos disputados en nuestro país. Siempre se ha mostrado muy próximo a los deportistas, a los que ha acompañado en numerosas competiciones y especialmente en los Juegos Olímpicos, a los que va acompañado por doña Letizia desde que contrajeron matrimonio en mayo de 2004. Atenas, Pekín y Londres han visto a los actuales Reyes de España compartir charlas con los deportistas en las villas olímpicas y mostrar su apoyo desde las gradas en las diferentes competiciones. De hecho, don Felipe ofreció su total implicación con la candidatura olímpica de Madrid 2020 acompañando a la delegación española a Buenos Aires y participando de forma activa en la Asamblea del COI del 7 de septiembre de 2013.

Entonces, demostró su espíritu deportivo más allá de ser miembro de una Casa Real al señalar que «hoy no me dirijo a ustedes como Príncipe de España. Soy participante olímpico y orgulloso padre de dos niñas que al igual que millones de niños esperan un futuro más brillante. Toda España quiere los Juegos. Ahora más que nunca Madrid tiene sentido». Sus palabras no impidieron que Tokio se llevará los Juegos de 2020.

Su defensa a ultranza del deporte olímpico quedó clara el pasado 18 de diciembre, cuando recibió la Orden Olímpica de Oro en la última gala del Comité Olímpico Español (COE) y en presencia del nuevo presidente del COI, el alemán Thomas Bach, volvió a reclamar la organización de unos Juegos para nuestro país. «Mantener el nivel de excelencia del deporte español es un reto difícil que asumimos con voluntad y con los mismos principios; como deportistas, como olímpicos y como españoles, trabajaremos en todo momento para conservar y acrecentar los éxitos que, juntos, hemos conseguido», afirmó en una declaración de intenciones de un apasionado por el deporte y por su país.

Y es que el deporte ha sido una de las bases en las que se ha forjado el carácter y la educación del nuevo Rey de España. Su padre, don Juan Carlos, compitió en los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972 en la clase dragón de vela, algo que ya hizo su madre, doña Sofía, en los Juegos de Roma 60, como suplente, también en vela, de su hermano Constantino. Una situación similar a la que vivió su hermana, la infanta Cristina, en los Juegos de Seúl 88.

El fútbol también ha sido uno de sus deportes favoritos, aunque no lo practica de forma habitual. Curiosamente, al contrario que su padre, Felipe VI es simpatizante del Atlético de Madrid, del que es presidente de Honor del Centenario desde 2003.

Entre otros acontecimientos deportivos, don Felipe también estuvo presente, junto a doña Letizia, en los últimos éxitos logrados por la selección española de fútbol, como la final del Mundial de Sudáfrica 2010, y en la final de la Eurocopa 2012 frente a Italia en Kiev. Ha sido frecuente verle en partidos de la Champions, en las finales de la Europa League y en finales de otros deportes como el tenis o el baloncesto.

Felipe VI ha sabido inculcar su amor por el deporte a sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía. Ambas practican deporte y siempre que pueden acompañan a sus padres a presenciar competiciones deportivas. Un ejemplo más que confirma que el deporte ha perdido un Príncipe, pero ha ganado un Rey.