Christine Lagarde, durante una comparecencia en la sede del FMI el pasado abril. :: PAUL J. RICHARDS / AFP
Economia

El FMI irrumpe en el debate europeo al pedir menos ajustes y que el BCE compre deuda

España se posiciona con Berlín en favor de cumplir las estrictas reglas fiscales pero aboga por un acuerdo sobre el crecimiento

L UXEMBURGO. Actualizado: Guardar
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Europa vive su enésima etapa de indefinición desde que estalló la gran depresión hace ya seis años. Primero gastar a raudales, luego ajustar hasta el extremo y ahora... ¿Ahora, qué? Las elecciones comunitarias del pasado 25-M, el auge del euroescepticismo, el batacazo sufrido por líderes como François Hollande y sobre todo la fragilidad de una economía que no terminar de carburar han vuelto a reabrir el eterno debate sobre el mejor recetario para ganar la batalla a la crisis. Y ayer, en plena reflexión, el Fondo Monetario Internacional (FMI) irrumpió con contundencia para pedir medidas de crecimiento, más flexibilidad dentro del Plan de Estabilidad y Crecimiento, y que el Banco Central Europeo (BCE) prosiga con sus medidas extraordinarias y compre deuda soberana «a gran escala» en caso de que la inflación siga en estado de coma.

Así lo dice el informe sobre el estado de la Eurozona que la directora gerente de la institución, la francesa Christine Lagarde, presentó ayer en Luxemburgo ante los ministros de Finanzas del Eurogrupo y el presidente del BCE, Mario Draghi. Llegó desde Washington para recordar a sus colegas comunitarios que la inflación es «preocupantemente baja», que el paro es «inaceptablemente alto» -aquí, España, congregó todas las miradas- y que ante este escenario hay que reaccionar con la mayor celeridad posible para evitar impredecibles episodios de deflación a la japonesa y encontrar por fin la senda de un crecimiento sólido y sostenible. La dinámica actual es preocupante ya que en el primer trimestre, la zona euro logró crecer sólo el 0,2% del PIB lastrado por Francia e Italia, países que ahora han cogido la bandera de las reformas.

Para cambiar las tornas y romper la monotonía tan del gusto alemán, el FMI mira hacia Fráncfort, hacia el BCE, al que le da una palmada en la espalda por su histórico plan de choque basado en la bajada de tipos y la inyección de 400.000 millones, pero al que sigue pidiendo más. En especial, que considere la opción de activar un programa de compra de deuda a «gran escala» en caso de que la inflación siga «especialmente baja» -ahora está en el 0,5% mientras que su mandato es del 2%-. «Esto impulsaría la confianza, mejoraría los balances de empresas y hogares y estimularía el crédito», asegura.

Pero hay más. Lagarde se posicionó a favor del bando liderado por Francia e Italia y pide hablar más de crecimiento y empleo en vez de austeridad a ultranza. «Las sorpresas negativas en materia de crecimiento no deberían desencadenar esfuerzos adicionales de consolidación», apunta el FMI, que propone activar un plan a nivel de la UE de inversión en infraestructuras de transporte, comunicaciones y energía porque «sentaría las bases de un crecimiento sostenible dentro de los límites del marco presupuestario».

Italia y Francia piden más

Quien también se posicionó en este debate, en la posibilidad de flexibilizar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento -esa suerte de biblia que fija el 3%-, fue el ministro español de Economía, Luis de Guindos, que recalcó que «España es favorable a no modificar las reglas continuamente. Es fundamental tener reglas estables, predecibles y sensatas y yo creo que en este momento las tenemos», sentenció alineándose de nuevo con Berlín. No obstante, De Guindos matizó que todo lo que digan Francia e Italia es «fundamental» y deslizó que «hay que empezar a hablar de un pacto por las reformas para el crecimiento».

«No hay que cambiar las reglas, hay que cumplirlas», defendió el ministro alemán, Wolfgang Schäuble. «No pedimos un cambio de reglas, se trata de un problema de ritmo», respondió su colega francés, Michel Sapin. Por su parte, el titular italiano, Pier Carlo Padoan, pidió «poner sobre la mesa todos los instrumentos de los que Europa ya dispone para acelerar el crecimiento y el empleo», aunque negó que hayan exigido que las inversiones productivas no computen en el déficit a cambio de que Italia apoye a Jean-Claude Juncker como presidente de la Comisión.