EL PSOE, ANTE EL VÉRTIGO A LO DESCONOCIDO
Madina enfadó a los aparatos al forzar un congreso de 'un militante un voto'; ahora muchos creen que le pasará factura Fracasado el intento de que Susana Díaz asumiera la secretaría general, Andalucía, Madrid y Valencia tratan de ahormar un acuerdo que permita un cierto control sobre el relevo de Alfredo Pérez Rubalcaba
Actualizado: GuardarNo es el congreso extraordinario del PSOE que se avecina lo que el grueso de los dirigentes del partido había imaginado como panacea a sus problemas. La decisión de romper con la tradición del voto delegado e improvisar una fórmula para que todos los militantes elijan de forma directa al futuro secretario general, como ocurrió en Galicia en 2013, ha trastocado demasiado los planes de algunos. Sin ese cambio las cosas serían ahora muy distintas. Y no necesariamente porque un proceso convencional, en el que la elección depende de sólo mil personas que en su mayoría son cuadros del partido, habría llevado a la gran favorita de los barones, Susana Díaz, a aparcar sus reparos y dar el salto, algo que ya nunca podrá demostrarse, sino porque el cambio, objetivamente poco ortodoxo, tendrá consecuencias sobre los apoyos futuros a los dos principales candidatos en liza, Eduardo Madina y Pedro Sánchez.
Fue el diputado vizcaíno, número dos del grupo parlamentario en el Congreso, el que obligó con un órdago televisado a modificar las reglas del juego. Alfredo Pérez Rubalcaba recogió el guante. Fue una jugada ganadora porque públicamente ninguna federación territorial podía atreverse a pronunciarse en contra después de que a todas se les ha llenado la boca hablando de apertura del partido desde la debacle de 2011 y la sacudida del movimiento de los 'indignados'. Y porque Madina apenas habría tenido opciones en un cónclave tradicional frente a Díaz. Pero ganar una batalla no significa ganar la guerra.
«Edu enfadó a mucha gente y sea cierto o no, que en el fondo es lo de menos -dice un buen conocedor del partido-, se ha instalado la idea de que todo respondía a una operación de Alfredo para apartar a Susana y seguir controlando el partido. Eso le va a pasar factura». En contra de lo que un análisis ingenuo pueda señalar, el voto directo del militante introduce un factor de incertidumbre suficientemente alto como para que el 'congreso a la andaluza', de candidato único, que reclamaba Díaz no se produzca, pero eso no quiere decir que los aparatos del partido queden desarmados. Ni mucho menos. Sobre todo si deciden actuar de forma concertada. Y así será.
«Andalucía, Madrid, y Valencia iremos juntos adonde vayamos», advirtió ayer mismo a este periódico un destacado dirigente territorial. Se trata de las tres federaciones con mayor número de militantes, sin contar al PSC, los segundos por afiliados. Y el voto es libre, sí, pero son muchos los militantes que miran hacia arriba en busca de una directriz. Un experto hombre de aparato se atreve incluso a hacer un pronóstico al respecto: «El 80% va a mirar a su alcalde, a su secretario provincial o a su secretario regional y el 20% irá por su cuenta».
El grueso de los barones, incluso algunos de los que no lo dijeron abiertamente -las únicas excepciones son, prácticamente, el extremeño Guillermo Fernández Vara, el asturiano Javier Fernández y el ya fuera de juego catalán, Pere Navarro- trataron por todos los medios de allanar el camino a la presidenta de la Junta de Andalucía, convencidos de que sólo ella tiene el perfil necesario para el momento: liderazgo fuerte, discurso reconocible en toda España, empatía, capacidad de cohesionar, incluso una trayectoria personal que hace las delicias de los socialistas a los que les gusta eso del relato político. Su réplica a Podemos, «yo soy de una casta de fontaneros», provocó ovaciones internas. Ahora identifican a Madina con quien impidió lo que ellos creían lo mejor para el PSOE.
«Es un desastre, porque ahora iremos de nuevo a un congreso 'en contra de', más que 'a favor de'...», apunta un dirigente territorial, que también veía en Díaz una buena solución. «Si gana Madina, la inestabilidad está garantizada, porque irán a desgastarlo, y Pedro Sánchez corre el riesgo de aparecer como un líder tutelado», apunta. La cuestión es que uno y otro -sin perjuicio de lo que puedan hacer aspirantes de corrientes minoritarias como José Antonio Fernández Tapias o Alberto Sotillos- suscitan vértigo en un partido en el que se admite, sin ambages, un serio temor a acabar en manos de un «Zapatero bis».
Operación B
No son pocos los que culpan a Rubalcaba de haber provocado esta situación. Unos dicen que tendría que haber adelantado las primarias, otros que jamás debió aceptar un congreso abierto, después de que la Conferencia Política celebrada en noviembre acordara dejar la aprobación de esa fórmula para el siguiente congreso. Pero llegados a este punto, hay que arar con los bueyes disponibles y tratar de tejer alianzas. El PSOE es estos días un auténtico hervidero de conspiraciones y acusaciones del que resulta complicado, admiten los propios dirigentes, sacar una buena fotografía.
«Ha fallado la operación A, habrá que intentar la B», apunta un barón que admite su escaso entusiasmo. Los dos aspirantes principales, que desde este viernes recorren España para recabar los avales que harán posible oficializar sus candidaturas y someterlas a votación el 13 de julio, asumen como propio el programa de largo recorrido -«Durará diez años», decían cuando lo aprobaron- elaborado a partir del congreso de 2012, así que sus diferencias son más bien de matiz y de talante. Madina encarna un espíritu rebelde; Sánchez, más transversal. Es, de hecho, el candidato que teme el PP.