Economia

«El miedo ha cambiado de bando después de tantos años de lucha contra el fraude»

No ve en el poder, sin embargo, una voluntad clara de combatirlo ni tampoco cree que los acuerdos con paraísos fiscales resulten eficaces Hervé Falciani Ingeniero, testigo y perseguido

MADRID. Actualizado: Guardar
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«Si cada país controla sus finanzas, la economía irá bien». Palabra de Hervé Falciani, un ingeniero de sistemas francoitaliano, héroe para unos y traidor para otros, y ya consagrado como confidente de la justicia y testigo protegido, todo en aras a descubrir el capital opaco.

-Han pasado 13 meses desde que la justicia española rechazara la petición de Suiza para extraditarle y usted volviera a la libertad, ¿se ha avanzado en la lucha contra el fraude o se ha olvidado todo?

-Hemos hecho todo lo que podíamos y hemos conseguido que la gente sepa porque hay que luchar contra el fraude y la opacidad financiera. Los acuerdos contra el secreto bancario en la Unión Europea van en ese sentido. No es que Suiza y Luxemburgo hayan cambiado de idea y de forma de actuar, sino que son el resto los que parecen más decididos a dar un paso adelante.

-Y eso, que parece más una declaración de intenciones, ¿realmente sirve de algo en la práctica?

-Créame, cada vez que nos acercamos a tener más información sobre las transacciones financieras, ellos tienen temor. Y no me refiero sólo a sus clientes, sino a los propios bancos. Las noticias e informaciones que se están dando sobre el fraude sí tienen efecto. Después de tantos años trabajando, la llamada banca en la sombra está menos tranquila. El miedo ha cambiado de bando, aunque sea sólo psicológicamente.

-Entonces, ¿se ha conseguido ganar la guerra contra el fraude?

-Para nada. No nos engañemos. No hemos acabado aún con esto y nos queda mucho por hacer. Lo que sí hemos hecho es dar varios pasos en la buena dirección. Lo que pasa es que el poder sigue en las mismas manos y eso cuesta cambiarlo.

-Hablaba usted antes de acuerdos internacionales o bilaterales con los llamados paraísos fiscales, ¿hasta qué punto resultan eficaces?

-Para mí, simplemente, no lo son. Existen un montón de modos y medios para burlarlos y esconder los beneficios reales de los bancos, así como su actividad financiera. Esos países firmaron los acuerdos porque era algo formalmente obligado, nada más. Pero no van a cambiar porque ese es su trabajo, su 'know-how'; sólo saben vivir de esa forma y todos tenemos en la cabeza de qué estados estamos hablando.

-Miremos ahora al otro lado, a los países en teoría más interesados en avanzar en esa lucha porque la sufren en sus arcas. Por ejemplo, en su caso, Francia o España, con los que ha colaborado... y sigue haciéndolo. ¿Ve en ellos una clara voluntad de combatir el fraude?

-La verdad, y aunque lamento que sea así, no la veo. Creo que es más bien por cuestión de otros intereses superiores que por propia dejadez del Gobierno. Ya lo hemos visto en otro tipo de casos, hay poderes por encima que influyen en que las cosas vayan más rápido o más lento.

-Habla mucho de poderes. ¿A qué o quiénes se refiere?

-No puedo ni quiero dar nombres, aunque es obvio que hay políticos y empresarios poderosos que pueden inducir actuaciones en un sentido u otro, aunque no hablo de los tribunales. En cualquier caso, también reconozco que hay un problema claro de falta de medios, de modo que lo fácil sí se persigue y lo complicado normalmente no.

-Usted ha facilitado miles de datos bancarios -de hasta 130.000 clientes, 3.000 de ellos de nacionalidad española- a jueces, fiscales y policías de varios países europeos. ¿En qué se ha traducido?

-Pues en lo práctico hemos conseguido recuperar algo de dinero y, sobre todo, se ha logrado que los propios clientes descubiertos se hayan convertido en testigos de cómo funciona el sistema. Aunque aún nos falta apuntar más a las empresas, porque un banco como el HSBC -donde él trabajaba y de donde se llevó los controvertidos datos confidenciales- vive de 60 clientes que no son precisamente personas.

-Explíqueme ese radar financiero que trata de promover usted.

-Se trata de captar los flujos de información, un poco como hace en España el SEPBLAC -la Comisión de Prevención de Blanqueo de Capitales-, y vigilar los patrones de las operaciones bancarias. Hay que distinguir entre las que tienen un sentido económico y las que no, pues probablemente ocultaran un fraude. Es como vigilar el tráfico aéreo, donde hay que separar los aviones autorizados para volar y los que no.

-¿Bastaría para ello con la información de la que ya se dispone?

-Debería aumentar. Necesitamos que se impliquen los gobiernos e incluso la Comisión Europea para optimizar las bases de datos que ya existen, pero no se usan bien. En Francia ya lo estamos haciendo. En España espero que pueda estar disponible el día de mañana. Hay que explicar bien lo que queremos, primero a la gente y luego a los políticos.

-¿Y por donde empezamos?

-El IVA podría ser un inicio. Cada año se estafan decenas de miles de millones -en España, más de 10.000- con este tipo de transacciones.