ANDALUCÍA EN EL TRECE

CASTILLO DE SILENCIO

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Susana Díaz sigue al día de hoy en el castillo de silencio en el que se ha refugiado desde que el lunes 26 de mayo Rubalcaba anunció que se iba y dejaba el sitio para quien lo quisiera. Muchos desde dentro y fuera del PSOE la ven como la que mejor podría llevar el desnortado timón socialista, sobre todo ante el nuevo panorama desde la abdicación del Rey. Díaz se ha venido preparando para ello. Durante meses ha trabajado un perfil de estadista y hoy es una de las dirigentes políticas con mejor proyección nacional. Pero Díaz es consciente de que se encuentra ante la decisión más difícil de su vida en el terreno político, la de elegir entre un gobierno seguro y es posible que por largo tiempo, el de Andalucía, y la aventura de enderezar un partido a nivel nacional hecho polvo sin perspectiva de llegar a la Moncloa a corto plazo. Por ello es comprensible su prudencia, aunque no se yo si su silencio pertinaz es tanto fruto de esta como de su incertidumbre. Debe sopesar el paso que va a dar en lo personal y en lo político.

Compatibilizar la presidencia y la secretaría general del PSOE es posible, pero sería solo por un corto tiempo, ya que lo lógico, como apuntó Juan Cornejo, es que el nuevo líder quiera también ser candidato a la Moncloa. Es obvio que si pone un pie en Madrid, tendrá que dejar de poner el otro en Andalucía a medio plazo. Esto llevará al tercer cambio de presidente en Andalucía en una legislatura y se dilapidaría la estabilidad y solvencia que ella dice haber conseguido restablecer tras años de deriva. Lo que sí es factible es que si da el salto, peligraría la continuidad de su partido al mando de la Junta en unas próximas elecciones. El PSOE no sube en votos en Andalucía, sino que baja, pese al espejismo de la victoria de las europeas que ella se atribuye.

Los tiempos no parecen jugar a favor de Susana Díaz y esta se ve atrapada entre su realidad y el deseo. Es curioso su empeño para que parezca que no es ella la que quiere irse, sino que la vienen a buscar para no dar la sensación quizás de que desde el principio la meta fijada era Madrid y quedar fatal con los andaluces.

Hay algo que viene a sumar a favor de su marcha a la capital del reino, la nueva etapa que se abre con la entronización de Felipe VI. Este tenderá a rodearse de líderes políticos de su generación, como hizo su padre con Suárez y Felipe. El tiempo dirá si los que acompañen al nuevo rey serán Susana Díaz, Soraya Sáenz de Santamaría, Alberto Garzón y Pablo Iglesias. A toro pasado cobra sentido aquel almuerzo privado del Príncipe con la presidenta andaluza en San Telmo hace escasos meses, cuando él ya sabía que sería rey en poco tiempo.