Putin repara ahora en los refugiados
Kiev es incapaz de frenar el asedio rebelde en el este tras dos meses de combates
MOSCÚ. Actualizado: GuardarPasado mañana se cumplirán dos meses desde la irrupción de los separatistas prorrusos en la sede de la Administración regional de Donetsk, dando así comienzo a una sublevación que ha logrado extenderse a más de una docena de localidades en el este de Ucrania. Los rebeldes celebraron sendas consultas soberanistas en Donetsk y la vecina Lugansk y consiguieron obstaculizar seriamente las elecciones presidenciales del 25 de mayo. El fiscal general ucraniano, Oleg Majnitski, declaró ayer en rueda de prensa que los insurgentes mantienen todavía bajo su control 35 edificios oficiales. Según afirmó, desde el 6 de abril, en la parte oriental de Ucrania murieron 181 personas, entre ellas 59 militares «como consecuencia de la operación antiterrorista». Las bajas en el bando de los sublevados superan las 300.
Según el ministro de Defensa ucraniano, Mijaíl Koval, su país «dispone de capacidad suficiente para defenderse» de los ataques de los separatistas. Pero, para intensificar la ofensiva contra los bastiones rebeldes, fuentes próximas al Gobierno sostienen que, tras ser investido presidente el próximo sábado, Petro Poroshenko decretará el estado de guerra en Donetsk y Lugansk. Las fuerzas ucranianas iniciaron ayer en Slaviansk (Donetsk) un nuevo intento de acabar con la resistencia de la milicia prorrusa lanzando un ataque de madrugada con vehículos blindados. Según reconoció el ministro de Interior, Arsén Avákov, a través de Facebook, los sitiados respondieron con fuego de lanzagranadas, logrando alcanzar a varios tanques. Al parecer, murieron dos soldados ucranianos y 40 resultaron heridos. En la vecina Kramatorsk continuaban los combates que estallaron en la víspera en las cercanías del aeródromo. Avákov pidió ayer a los civiles de todo el entorno encerrarse en sus casas mientras dure la operación.
Por su parte, el presidente de la Rada (Parlamento), Alexánder Turchínov, informó ante los diputados de que la aviación ucraniana destruyó ayer un campamento de los rebeldes en la localidad de Severdonetsk (Lugansk). Sin facilitar una cifra precisa, Turchínov dijo que «han sido aniquilados varios terroristas». La comandancia fronteriza de Lugansk, atacada el lunes por los separatistas, se preparaba ayer para un nuevo intento de asalto. Los guardafronteras dijeron haber detectado la presencia de numerosos insurgentes en los alrededores de la unidad. Para defenderla hubo que emplearse el lunes a fondo la aviación. El líder de la autoproclamada República Popular de Lugansk, Valeri Bolótov, llamó ayer a la «movilización general» para hacer frente al empuje de las fuerzas ucranianas.
La frontera rusa se ha convertido en un coladero de hombres armados. El secretario general de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), Lamberto Zannier, reconoció que hará falta un mayor control en la línea fronteriza para evitar la llegada de mercenarios en apoyo de los separatistas. Ocho observadores de la OSCE continúan retenidos por los insurgentes y su paradero se desconoce, aunque, según la organización, están vivos. La OTAN anunció que las tropas rusas continúan replegándose de la frontera con Ucrania.
Por primera vez, desde el comienzo del conflicto, el presidente ruso, Vladímir Putin, ordenó ayer a su Gobierno que se dispongan medidas para acoger a los refugiados que huyen de las zonas de combate en el este de Ucrania. La defensora del pueblo ruso, Ela Pamfílova, le dijo a Putin que «en algunos lugares -de Rusia- las autoridades reaccionan con diligencia ante los refugiados mientras en otros lo hacen con indiferencia».