LA MONARQUÍA Y JUAN CARLOS I
La abdicación del Rey, en pleno uso de sus facultades, es una nueva oportunidad para adaptar a los nuevos tiempos y reforzar la institución monárquica
Actualizado: GuardarHace ya varios años que dejé la Jefatura de la Casa de S. M. Fue un honor y una gran responsabilidad ejercer el puesto de máxima confianza al servicio de S. M., jefe de la Casa Real de España, de su Familia, del Rey, jefe del Estado y, en consecuencia, de España.
Pertenezco a una generación de españoles, hijos de quienes participaron en la Guerra Civil y que crecimos con el profundo deseo y aspiración de contribuir al desarrollo y progreso de nuestro país, a su normalización política e integración en Europa. Esta aspiración pasaba por cerrar de manera definitiva el capítulo de la postguerra y la reconciliación de todos los españoles, de aquellos que estuvieron en uno y otro bando en la guerra, los ganadores, que habían ocupado el poder y los vencidos, en la oposición, en el exilio o en el silencio.
Desde la muerte de Franco se nos ofreció la Monarquía como sucesora del anterior régimen y a don Juan Carlos como heredero del general Franco. Pronto, muy pronto, la mayoría de españoles percibimos, primero, y luego lo fuimos comprobando, con cierta sorpresa para muchos, que Juan Carlos I, el Rey, no sería el continuador del régimen franquista sino el Rey restaurador de la democracia, Rey de todos los españoles.
Varias generaciones de españoles apoyaron con generosidad, entrecruzada y transversal, al Rey, promotor de los cambios sustanciales que promovieron y restauraron la democracia en España, quedando la Monarquía legitimada en la Constitución del 78.
El Rey Juan Carlos además de ser hoy un Rey que , de acuerdo con la Constitución, reina y no gobierna, nos gobernó en la etapa preconstitucional demostrando ser un político lúcido y generoso; entendió que una Monarquía no asentada en unas instituciones democráticas no podría sobrevivir: fue lúcido, y también, en términos políticos, generoso ya que en muy pocos años, en pocos meses, renunció y cedió sus poderes al pueblo español, la soberanía a la Nación española. Muchos le ayudaron en este empeño pero, por encima de ellos, le correspondió al pueblo español el cambio de Régimen que el Rey promovía.
Hay muchas razones que han explicado el éxito del Rey Juan Carlos y del pueblo español en la restauración democrática. A mí no me cabe la menor duda que la personalidad del Rey, que deja el trono en estos días, es una de esas razones. El Rey, aún formado en España, bajo la tutela del régimen franquista venía de una familia liberal, que vivía fuera de España, que vivía en el exilio. El Rey venía del exilio. A su vez el Rey tuvo una educación abierta y formaba parte también de esos españoles que entendieron que su papel para con su país era superar la guerra civil, la división entre españoles y la normalización política de España.
Valentía y suerte no le faltaron para acometer una labor política grande y reconocida dentro y fuera de España.
Pero el Rey nos ha dejado la restauración de una institución que como la Monarquía ha prestado grandes e inestimables servicios a la convivencia y bienestar de los españoles y de una España plural y diversa.
Pocos o muchos españoles hoy se definen como monárquicos, algunos no pasan de ser juancarlistas pero, y los sondeos lo acreditan, son una mayoría quienes creen en una institución que sigue siendo muy necesaria e indispensable para la convivencia de España en paz y en libertad.
Nuestro Rey Juan Carlos ha sido el promotor e inspirador de la democracia en España y, algo más, quien ha facilitado a lo largo de su reinado el progreso y desarrollo político, económico y social de España a niveles nunca alcanzados en nuestra Historia. Lo mejor que nos deja, además de su obra, es la de una Monarquía europea, democrática y moderna que logrará como otras instituciones de nuestro país su reforma y actualización, responsabilidad que recaerá en gran medida a nuestro heredero en el trono el Príncipe Felipe, un buen relevo y bien preparado para seguir encarnando a una institución con la que le ha ido muy bien a España en los largos años de reinado de Juan Carlos l y que hoy pienso que sigue siendo la mayor garantía de unidad, libertad y convivencia entre los españoles.
La abdicación del Rey, en pleno uso de sus facultades, es una nueva oportunidad para adaptar a los nuevos tiempos y reforzar la institución monárquica en nuestro país. El futuro Rey tendrá, en las difíciles circunstancias por las que hoy atraviesa España, un papel importante en llevar a cabo esta tarea y así contribuir a la regeneración y mejor funcionamiento del Estado. La abdicación es nuevo servicio que presta el Rey a la Monarquía y a España.