Don Juan Carlos se reunió el jueves con Rajoy, Rubalcaba y el Príncipe de Asturias
El Monarca expresó al presidente que era el mejor momento para realizar con «total normalidad» el cambio en la Jefatura del Estado
MADRID. Actualizado: GuardarMariano Rajoy volvió a demostrar que sabe guardar, y hacer guardar, un secreto de Estado a sus más estrechos colaboradores. A las nueve y media de la mañana, la Secretaría de Estado de Comunicación envió un escueto mensaje que escondía una de las noticias institucionales de mayor calado de las últimas décadas: la abdicación del Rey.
El Monarca convocó el pasado jueves una cumbre a la que asistieron Mariano Rajoy, el jefe del principal partido de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba y el heredero a la Corona, don Felipe. Sopesaron el día del anuncio y el calendario posterior, según confirmaron fuentes del entorno del presidente del Gobierno. Rajoy sabía desde marzo de la intención de don Juan Carlos, pero no hubo ninguna filtración hasta minutos antes de las diez y media de la mañana, momento en el que Mariano Rajoy comenzó su alocución con gesto sereno y sin ningún tipo de circunloquios. «Su Majestad acaba de comunicarme su voluntad de renunciar al trono y abrir el proceso sucesorio», espetó.
El jefe del Ejecutivo advirtió de que no iba a motivar esta decisión -tampoco admitió preguntas-, porque deseaba hacerlo el propio protagonista, tal y como hizo dos horas y media más tarde. «Quiero decirles -añadió Rajoy- que he encontrado al Rey convencido de que éste es el mejor momento para que pueda producirse con toda normalidad el cambio en la Jefatura del Estado y la transmisión de la Corona al Príncipe de Asturias». De hecho, transmitió su pleno convencimiento a que este proceso se va a desarrollar con plena normalidad, en un contexto de estabilidad institucional y como una expresión más de la madurez de nuestra democracia.
Tsunami de especulaciones
Entre la convocatoria de Moncloa y la intervención de Rajoy se produjo un verdadero tsunami de especulaciones. Además de la abdicación del Rey se barruntó sobre una crisis de Gobierno, un anunció crucial en materia económica, convocatoria de elecciones anticipadas e, incluso, hasta que ETA había entregado de manera definitiva las armas. Moncloa, en estos 45 minutos frenéticos, se limitó a negar el relevo ministerial y a insistir en que era un anuncio de gran relevancia institucional. En eso momento, ya quedaban pocas dudas de que el asunto afectaba a la Jefatura del Estado.
Rajoy, durante su breve alocución, comunicó la convocatoria de un Consejo de Ministros extraordinario para hoy con el objetivo de seguir el guión que marca la Constitución. Desgranó que, por tratarse de una abdicación, será necesario aprobar una Ley Orgánica, tal y como señala el artículo 57.5 de nuestra Constitución. «Yo espero que en un plazo muy breve las Cortes Españolas puedan proceder a la proclamación como Rey de España del que hoy es Príncipe de Asturias», apuntó.
La Sala de Tapices del complejo de la Moncloa es el lugar elegido por esta administración para los grandes acontecimientos. Instantes antes de que apareciera en escena Rajoy, lo hizo Soraya Sáenz de Santamaría. La vicepresidenta llegó, muy justa de tiempo, porque desde las nueve de la mañana presentó en un desayuno informativo a Ignacio González, presidente de la Comunidad de Madrid. El discurso de Rajoy incidió en la normalidad con la que se va a realizar esta transición en la Casa Real. «Estoy convencido de que los españoles sabremos escribir esta nueva página de nuestra historia en un clima sereno y con agradecimiento a la figura de Su Majestad el Rey», apuntó. Tampoco faltó un reconocimiento «a la persona que durante 39 años ha encarnado el punto de encuentro de todos los españoles y el mejor símbolo de nuestra convivencia en paz y en libertad».
Impulsor de la democracia
Ponderó el papel del jefe del Estado como principal impulsor de la democracia. Enfatizó que supo ser «su baluarte cuando la vio amenazada», en alusión a su papel en el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. «Renuncia al trono -abundó- una figura histórica tan estrechamente vinculada a la democracia española que no se puede entender la una sin la otra».
Rajoy alabó, igualmente, al que será su sucesor. Del Príncipe de Asturias dijo: «Su preparación, su carácter y la amplia experiencia en los asuntos públicos que ha ido adquiriendo a lo largo de estos últimos veinte años constituyen una sólida garantía de que su desempeño como Jefe de Estado estará a la altura de las expectativas más exigentes».