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Tensión contenida en el desalojo de Alcalde Blázquez

Los vecinos concentrados en apoyo a la familia de Noelia Fraga se encaran con los cerrajeros que salieron escoltados por la policía

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Desde el salón de la casa se vislumbran dos viviendas vacías. «Mira, esa que tiene las macetas lleva un mes sin nadie y allí, en ese otro lado hay otra casa disponible». La hermana de Noelia Fraga, desalojada ayer de la casa que ocupaba con su marido y dos hijos de 6 y 13 años, mueve la cabeza de un lado a otro intentando asimilar lo ocurrido tan sólo unas horas antes. Tras la tensión vivida, los músculos comienzan a relajarse en el bajo del número 10 de la calle Alcalde Blázquez y se abre paso la incertidumbre de lo que sucederá a partir de ahora. Se repasa a cámara lenta la llegada de los agentes de la Policía Nacional y la protesta pie de calle. «Llegaron a las 7.30 horas», cuenta la propia Noelia. «Ni siquiera habían salido los niños para el colegio. El chico estaba hasta acostado». Aunque llevaba varios días esperando la visita policial, la llamada en la puerta le cogió desprevenida. Tanto es así que cuando escuchó decir al otro lado de la pared que era el cerrajero abrió sin pensar en que venía acompañado por los agentes de la Policía Nacional. En apenas unos minutos estaba fuera de la casa que llevaba ocupando unos cinco meses y la orden de desalojo dictada por los juzgados ejecutada. Una vez ya en la calle, se vivieron los episodios máximos de tensión. Los vecinos se enfrentaron a los cerrajeros. «Han entrado de muy mala maneras», se quejaba Noelia, «la Policía no, que conste, que ellos hasta me han ayudado». Megáfono en mano, daba las gracias a la decena de vecinos concentrados y pedía una solución. «Si no me dan una vivienda le doy una patada a otra puerta y me meto. No me pienso quedar en la calle», aseguraba. Noelia recorría los escasos metros acotados por una cinta de la Policía Nacional, una cinta que acabó por romper presa de la impotencia. «De aquí no me voy», decía mientras se sentaba en una silla en medio de la calle. En un momento de tensión, su sobrina le dio una patada a un cristal y se cortó en la pierna. Una herida que trataron en el hospital.

Una vez ejecutado el desalojo, la movilización se trasladó hasta la calle Grazalema donde la familia de Rita Ramos esperaba también que llegara la Policía. Allí, las dos mujeres que han puesto cara a los desalojos en el Cerro del Moro, Rita y Noelia, se fundían en un abrazo a la espera de recibir nuevas noticias. Horas más tarde, desde el Ayuntamiento informaban que las dos familias habían encontrado una casa de alquiler donde mudarse con la familia. En el caso de Noelia Fraga es una casa en la calle Soledad. En la misma tarde de ayer, la familia esperaba poder cerrar el trato con la inmobiliaria y firmar el contrato en la mañana de hoy. A pesar de que desde los Servicios Sociales se ofrecieron a pagar una pensión mientras esperan para entrar en la vivienda, la familia prefirió pasar la noche en casa de la madre de Noelia «porque en la pensión no tenemos ni cuarto de baño ni nada». Fuentes municipales aseguraron que el Ayuntamiento pagará el mes de fianza, el primer mes de alquiler y una ayuda periódica mensual del 90% del coste del alquiler de la vivienda.

En cuanto a la familia de Rita Ramos, aseguraron que «se ha encontrado solución a su situación puesto que, tal como informó la propia familia, un empresario ofreció públicamente un trabajo para los hijos (mayores de edad) de la pareja así como a ejercer de avalista». Durante toda la tarde de ayer, Rita estuvo visitando varias casas. «Nos han dejado que estemos en la vivienda de la calle Grazalema hasta el miércoles, mientras buscamos una vivienda. Esperamos poder encontrarla pronto».