Uno de los anuncios contra los abusos del alcohol en Japón subidos a las redes sociales. :: R. C.
Sociedad

Aquí un exceso con el alcohol

Los japoneses que se pasen con la bebida pueden convertirse de manera involuntaria en la imagen de una campaña contra las borracheras

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Los japoneses que se vayan de marcha, cometiendo todo tipo de excesos, y se queden dormidos en un banco, en la escalera del metro o en la puerta de su casa saben que pueden ser utilizados como imagen en una campaña emprendida por una cadena de locales nipones para atajar el abuso del alcohol.

Al parecer, las calles de Japón se convierten los sábados y domingos por la mañana en dormitorios para todos aquellos que no pudieron llegar a sus domicilios debido a todo lo que se metieron en el cuerpo la noche anterior. En ciudades cosmopolitas como Tokio el público en general poco o nada dice al ver a estos individuos tirados de cualquier manera. Tolera su actitud, aunque alguno denigra que puedan haber vomitado o roto alguna botella.

Para acabar con estos espectáculos poco educativos, que convierten las aceras, los pasos subterráneos o los parques en una ginkana para el paseante, la cadena de locales de copas Yaocho Bar Group ha puesto en marcha una campaña en las redes sociales.

La iniciativa consiste en localizar a la persona ebria tirada en las pricipales calles y los lugares más conocidos de la ciudad. Con unas cintas adhesivas de gran anchura, los autores enmarchan al borrachín como si de una valla publicitaria se tratase. Junto a él colocan unas letras de color blanco denunciando los excesos y el 'hashtag' correspondiente: '#nomisugi' (demasiado borracho).

Desde la cadena de bares se ha solicitado la colaboración de los ciudadanos para ir poco a poco aumentando la colección de borrachos en internet. Ahora es el público el que deberá ir agregando los anuncios denuncia. Yaocho Bar Group pretende que de esta manera los afectados, al verse retratados en internet, tomen conciencia de su situación y no vuelvan a pasarse con la bebida o, por lo menos, traten de llegar a sus casas en lugar de dar el espectáculo ante el resto de los ciudadanos que salen de paseo las mañanas del fin de semana. Sin embargo, y aunque estén en la vía pública, de realizarse en otros países habría que analizar lo que dicen las leyes respecto al derecho al honor y a su propia imagen.

En España, de momento y con la escepción de botellones puntuales, las macrofiestas o los festejos populares, en las calles no suelen encontrarse espectáculos indeseados de este tipo. Aquí, hace ya más de 40 años, se puso en marcha una experiencia parecida, aunque entonces no había internet y la publicidad en televisión era en blanco y negro. La autora fue la Jefatura Central de Tráfico -hoy Dirección General de Tráfico- que quiso frenar los accidentes con una original iniciativa. Esta consistió en dejar los coches siniestrados en las cunetas donde había tenido lugar el suceso y colocar un cartel llamando la atención. No sirvió para frenar la sangría en las carreteras, aunque sí aumentó las retenciones de los curiosos que se reducía la velocidad para mirar.