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La capital del separatismo prorruso se prepara para lo peor
La primera jornada de combates en Donestk deja al menos 40 muertos en un ambiente cada vez más tenso
DONESTK. Actualizado: GuardarMilicianos descargan los cuerpos de los compañeros muertos a las puertas de la morgue central de Donetsk. Llegan en un camión y uno a uno los colocan en camillas antes de llevarlos dentro. «En total hay 38 combatientes y dos civiles muertos», confirmó el alcalde de la ciudad Olexandre Lukianchenko, citando fuentes sanitarias, tras la operación aérea lanzada el lunes por el Ejército para retomar el control del aeropuerto internacional Serguéi Prokofiev. Una cifra confirmada por las autoridades insurgentes, que aclararon que la mayor parte de bajas se produjo tras el ataque de un helicóptero a un camión de transporte de tropas. «La situación continúa muy tensa. 31 personas reciben cuidados en el hospital, entre ellos cuatro civiles», añadió el máximo responsable municipal en el balance oficial de la primera jornada de auténtica guerra en la capital de la provincia del este de Ucrania que los separatistas han elegido como capital de la autoproclamada Nueva Rusia.
La llegada de Petro Poroshenko a la presidencia ucraniana ha supuesto un punto de inflexión en la operación militar que Kiev mantiene abierta en Donetsk y Lugansk desde hace semanas sin obtener resultados. Por primera vez se llevó a cabo un ataque a gran escala contra milicianos prorrusos cumpliendo las órdenes del nuevo mandatario que quiere acabar «en horas» con la oposición armada. Pero 24 horas después la sensación en las calles de Donetsk era que la operación no había hecho más que avivar el avispero ya que desde el aire no se puede acabar con la presencia de milicianos prorrusos en las calles.
El ministro de Interior, Arsen Avakov, aseguró que Ejército y Guardia Nacional no sufrieron bajas y que «el aeropuerto está bajo control», pero durante la mañana se volvieron a escuchar cazas sobrevolando la ciudad y disparos aislados en las proximidades del lugar. El control del aeródromo contrasta con la sensación de vacío de poder en unas calles de las que el lunes desaparecieron cuatro observadores -de nacionalidad estonia, suiza, turca y danesa- de la misión internacional de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE). El organismo internacional informó de la pérdida del contacto con su equipo de monitores en el este de la ciudad a las seis de la tarde cuando realizaba «una misión rutinaria». A finales de abril un grupo de siete observadores militares estuvo secuestrado durante ocho días por milicias prorrusas en Slaviansk. Sin aeropuerto y con la carretera principal hacia Kiev cortada, el tren es la forma de salida más segura que queda a los ciudadanos. A las puertas de la estación central unas flores junto a un reguero de sangre recuerdan el lugar donde murió uno de los civiles «por culpa de una bala perdida», según los comerciantes de la zona. El ataque aéreo obligó a los rebeldes a un repliegue a la carrera y muchos combatientes acabaron cerca de la estación de ferrocarril donde los trenes siguen circulando, aunque con importantes retrasos. «Por cuestiones de seguridad esperen al tren en los pasos subterráneos» era el mensaje que se repetía por megafonía una y otra vez en la jornada posterior a los combates del vecino aeropuerto.
Negociaciones con Rusia
Mientras en los despachos siguen los reproches en Kiev y Moscú sobre el terreno la gente se prepara para lo peor. El primer ministro ucraniano, Arseni Yatseniuk, rechazó entablar negociaciones directas con Rusia para tratar de poner fin a la crisis en Ucrania si no hay mediadores occidentales. Moscú exigió el final de la operación militar y volvió a pedir el diálogo entre ucranianos para superar la crisis. Todos hablan de diálogo, pero nadie escucha.
La Universidad Nacional suspendió las clases hasta nuevo aviso, la oficina central de System Capital Management (SCM), cuartel general del imperio del gran oligarca local, Rinat Ajmetov, pidió a sus trabajadores por segundo día que no acudieran a su puesto de trabajo y en las calles de la capital muchos comercios cerraron sus puertas y dedicaron la mañana a proteger los escaparates con tablones de madera. En algunos barrios se pegaron carteles en las paredes dando instrucciones a los vecinos sobre la forma de actuar en caso de bombardeos aéreos. Donetsk se prepara para el gran choque del que el lunes se vivió solo su primer asalto, pero no el definitivo.