Carme Chacón. :: M. L. / EFE
ESPAÑA

El golpe de mano de Díaz y Rubalcaba ahoga las voces que exigen primarias ya

La idea es acudir al congreso del PSOE sin convocar antes un comité federal en el que se discuta la fórmula sucesoria

MADRID. Actualizado: Guardar
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Frustración, decepción e incluso acusaciones de fraude. La decisión de Alfredo Pérez Rubalcaba de solventar la crisis interna del PSOE mediante un congreso extraordinario, como exigían la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, y el grueso de los líderes territoriales, se topó ayer con los reproches de muchos diputados en la reunión del grupo parlamentario socialista. Habrían preferido un adelanto de las primarias, convocadas originariamente para noviembre, porque temen que, en la práctica, la solución adoptada impida las votaciones abiertas a la ciudadanía.

A la cabeza de las voces críticas, aunque no en ese encuentro, se sitúan precisamente quienes ya habían empezado a formar equipos, a recorrer agrupaciones e incluso a diseñar sus programas para tratar de convertirse en el próximo aspirante socialista la Presidencia del Gobierno: la exministra de Defensa, Carme Chacón, el número dos del grupo en el Congreso, Eduardo Madina, y el diputado madrileño Pedro Sánchez. El único que no manifestó su enfado fue el secretario general de los socialistas vascos, Patxi López, al que incluso sus más afines consideran ya fuera de la carrera después de haber anunciado ayer su dimisión en diferido por los malos resultados de las elecciones y convocó un congreso extraordinario del PSE para septiembre.

Chacón, en cambio, no se mordió la lengua. Aprovechó que había sido llamada a participar, como exministra de Defensa, en un foro sobre 'Transición, Constitución y Fuerzas Armadas', para lanzar su dardo contra Rubalcaba, al que se enfrentó en el 38º Congreso y con el que nunca se ha reconciliado. «Siempre se encuentran pretextos para no dar la voz a la gente», recriminó. De forma premeditada eludió cargar contra ningún otro dirigente territorial, y especialmente contra Díaz, a pesar de que es público que su intervención fue clave para que el aún secretario general del partido no se decantara por adelantar a septiembre las primarias. La cautela de la política catalana tiene su explicación: si aún sopesa dar la batalla por el liderazgo del partido, no le conviene hacer enemigos entre los barones.

Madina, muy contundente ante la ejecutiva del lunes en la que Rubalcaba comunicó su decisión -«Un congreso es usurpar la decisión que deben tomar los ciudadanos», llegó a decir- bajó algo el pistón pasadas 24 horas, pero insistió en que debe haber primarias de verdad. Y Pedro Sánchez, el más desconocido de los aspirantes que ahora se quedan con un palmo de narices, optó por la resignación y abogó porque, al menos, el congreso sea lo más participativo posible.

A eso es a lo que se apuntaron muchas voces en la reuníón del grupo parlamentario a la que, por cierto, no acudió Rubalcaba, algo de lo que se quejaron no pocos diputados. No gusta la idea de un congreso que, en la práctica, asfixie las primarias ya que no es verosímil, según cree la mayoría, que nadie ose plantar cara después a un secretario general recién elegido. Pero, para amortiguar el golpe, algunos plantean que se haga un congreso como el último de los socialistas gallegos, o sea, un militante un voto. Una opción muy discutida ante la que acabó claudicando la debilitada ejecutiva federal, pese a no tener fundamento estatutario. A Andalucía aquello no le hizo maldita la gracia.

Congreso tradicional

Esta cuestión, la de qué tipo de congreso se hace, podría haber sido objeto de debate en el comité federal, compuesto por unos 250 representantes del partido, pero ese órgano no va a ser convocado. Estaba previsto que se reuniera el 31 de mayo o el 7 de junio, pero eso era antes de que la debacle electoral pusiera patas arriba el partido. En Ferraz defienden que es lo procedente. El artículo 7 del reglamento de congresos señala que un congreso extraordiario debe ser convocado por el comité federal o por la ejecutiva. Y, en este caso, lo ha convocado la ejecutiva. Punto final, dicen.

Tampoco ofrecen dudas sobre cómo transcurrirá el congreso. «Como siempre, como dice el reglamento», insisten. Eso significa que no habrá voto directo, que serán los delegados elegidos en congresos provinciales los que tengan la última palabra. El pasado año, y ante la presión de la militancia, el secretario de Organización, Óscar López, anunció que se llevarían a cabo los cambios pertinentes para que eso cambiara. Pero en la Conferencia Política de noviembre la promesa, que ya han recogido territorios como el País Vasco o la Comunidad Valenciana, quedó diluida. Algunas federaciones dijeron 'alto ahí' y argumentaron que una decisión de ese calado sólo puede aprobarla un congreso. Entre ellas, estaba la fundamental, la andaluza.

Si algo ha revelado la hecatombe electoral de las europeas, de la que sólo se salva el PSOE en Extremadura, en Asturias y en Andalucía aunque más por el descalabro popular que por mérito propio, es lo poco que el aparato, en sentido amplio, creía en eso de ceder poder a la militancia y al ciudadano. La sucesión se dirimirá como siempre, de forma controlada y ahora todas las miradas están puestas en el «referente institucional» del partido, Susana Díaz. La duda sobre si dará un paso al frente para ser secretaria general y sustituir a Rubalcaba sigue en pie, aunque ella insistiera hoy en que su prioridad es y será Andalucía. «Es una decisión muy difícil, con pros y contras», dicen en Madrid. «Se corre el riesgo de vestir un santo y desvestir otro».

Quienes con más fervor animaban a Madina a pelear por las primarias siguen defendiendo sus opciones también en un congreso. Será si la 'accionista mayoritaria', Díaz, quiere, pero lo que parece evidente es que los demás lo tienen peor.