
Rubalcaba se rinde y da paso a una sucesión ordenada en la que Susana Díaz será decisiva
Las primarias abiertas a los ciudadanos se posponen hasta que el PSOE celebre un congreso extraordinario el 19 y 20 de julio
MADRID. Actualizado: GuardarNada será como los socialistas habían programado tras el batacazo del domingo. El monumental castigo sufrido en las urnas no sólo se lleva por delante a su líder, Alfredo Pérez Rubalcaba, también deja en el aire el sueño de unas primarias abiertas y libres en las que, en realidad, pocos dirigentes creían. El secretario general del PSOE anunció a mediodía de ayer su decisión irrevocable de abandonar el cargo. Convocará un congreso extraordinario el fin de semana del 19 y 20 de julio. Y, aunque formalmente sigue en pie el compromiso de celebrar las elecciones abiertas a la ciudadanía para elegir al próximo candidato a la Presidencia del Gobierno, será la nueva dirección la que decida cómo y cuándo.
En el entorno de Rubalcaba insisten en que no había ninguna otra opción. «Esta dirección no tiene fuerza para hacer un proceso de primarias ni ninguna otra cosa. No es sólo por las europeas -admiten- estábamos ya tocados y esto ha sido el soplo final». No les falta razón porque el liderazgo del que fuera uno de los políticos más admirados del partido hasta 2011 ha estado permanentemente en el alero desde que, tras ser cartel electoral en unos comicios imposibles y en los que el PSOE se dejó más de cuatro millones de votos y 59 escaños, fue elegido líder del PSOE por tan solo 22 votos de diferencia respecto a la exministra de Defensa Carme Chacón.
«Tiempo tendremos para analizar los resultados; lo que es evidente -apuntó el maltrecho secretario general en la larga comparecencia que sucedió a su encuentro con la dirección del partido- es que no hemos recuperado la confianza de los ciudadanos en parte porque hay mucha gente que lo está pasando muy mal». Su lectura a vuela pluma es que la triple crisis de la que llevaba meses hablando, económica, política y territorial, ha afectado a los dos partidos que «encarnan el sustento de ese sistema político que los ciudadanos quieren cambiar». «Nosotros tomamos nota -añadió en referencia a su propuesta de reforma constitucional; a la Conferencia Política en la que se renovó en noviembre el proyecto de la formación o al propio compromiso de celebrar primarias abiertas-; ahora, vamos a seguir insistiendo».
No será, en todo caso, con su concurso. Rubalcaba llegó a la reunión de la ejecutiva decidido ya a anunciar su marcha, pero de no haberlo estado habría encontrado escaso apoyo. La mayoría de los líderes territoriales se habían mostrado ya partidarios de dar por finiquitada su era. A pesar de los mensajes a la galería, son muchos, entre ellos la poderosa federación andaluza liderada por Susana Díaz, pero también líderes más afines como el asturiano Javier Fernández o el vasco Patxi López, los que, en privado, han denostado durante meses la solución de las primarias en una situación de debilidad interna como la actual.
El líder del PSE, supuesto aspirante al proceso de elección interna -también vapuleado, por cierto, en las urnas-, lo reconoció abiertamente antes de reunir a su ejecutiva. «La convocatoria de un congreso extraordinario es absolutamente razonable -dijo-; no se trata de dar la vuelta a un cartel sino de dar la vuelta al partido». Pero no todos en el PSOE lo tienen tan claro. Cuando se habla de primarias y congreso el orden de los factores altera el producto. En el congreso, son delegados elegidos por los militantes quienes votan y los aparatos territoriales tienen capacidad de incidir en la decisión final -no es raro que se recuerde quién tiene en su mano vetar o incluir un nombre más en la próxima lista electoral-. Las primarias las pueden cargar el diablo, aunque eso tampoco sea tan cierto. El caso es que en un partido con la cultura del PSOE sería raro que nadie compitiera por ser cabeza de cartel contra un secretario general recién elegido. Lo que, en la práctica, diluye la convocatoria.
Eso explica el comentario de Chacón en Twitter, casi al tiempo que Rubalcaba debatía con su núcleo duro. «Sólo si primero nos abrimos a la sociedad, la sociedad se abrirá a nosotros», escribió. También otro aspirante a encabezar las listas de las generales, y miembro de la actual ejecutiva, Eduardo Madina, quiso dejar constancia de su posición. «La decisión personal de Rubalcaba lleva al partido a un congreso federal -subrayó-; mi esperanza está en el proceso de primarias».
Poder andaluz
Nadie se atreve aún a avanzar quién dará la batalla para dirigir el partido. Pero hay un hecho incontestable: la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, tiene la sartén por el mango. Su federación representa al 25% de la militancia socialista y, no solo eso, ya blande como una gran victoria la ventaja de 9,2 puntos que ha sacado al PP en estos comicios después de tres derrotas seguidas. En realidad, el dato se explica por el descalabro de los populares porque el PSOE andaluz ha perdido también trece puntos respecto a las europeas de 2009, punto y medio respecto a las generales de 2011 y 4,5 respecto a las autonómicas de 2012. O sea, que tampoco su suelo es sólido.
Si será ella misma la que se lance al ruedo está por ver. Hay quien lo da ya por sentado y quien considera que su condición de presidenta de la Junta limita sus opciones. En cualquier caso sólo otros dos barones pueden esgrimir que han vencido al PSOE, si es que eso es un dato para presumir en un escenario de hartazgo con el bipartidismo: el asturiano Javier Fernández, presidente del Principado, y el extremeño Guillermo Fernández Vara, líder de la oposción. Pero ninguno de los dos tiene tanto peso numérico. Los otros contrapesos, Cataluña, la Comunidad Valenciana y Madrid, no están como para sacar músculo. Ahora, en Ferraz advierten: «Esto no es sólo una cuestión de fuerza, también es de unidad».
El hasta julio secretario general del PSOE aspira a que haya cierta continuidad en el proyecto que él había tratado de renovar. Y así lo hizo ver. «No ha calado pero calará», dijo confiado. Le preocupa, sobre todo, la coyuntura catalana. Pero ya no está en sus manos.