Un grupo de jóvenes lanzan consignas en El Cairo contra la candidatura de El-Sisi. :: REUTERS
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Egipto pone fin a la 'primavera árabe'

Las elecciones de hoy acaban con el sueño revolucionario ante la esperada victoria de El-Sisi, otro hombre fuerte del Ejército

EL CAIRO. Actualizado: Guardar
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Egipto echa el cierre hoy a tres años de revolución con las elecciones que, con casi total certeza, alzarán a la presidencia de nuevo a un hombre fuerte procedente del Ejército. El exmariscal Abdelfatah el-Sisi consolidará en las urnas el golpe de Estado que acabó con el islamista Mohamed Mursi en julio, aupado por el deseo de estabilidad. Sus detractores -que optarán por el boicot o por su rival en los comicios, el izquierdista Hamdin Sabahi- temen que su más que probable victoria ponga fin a las aspiraciones democráticas de la revolución.

Casi once meses después de que los militares, con el respaldo de masivas manifestaciones, encarcelaran a Mursi y acabaran con el mandato del primer presidente elegido democráticamente de Egipto, el país no ha conseguido ni cerrar las profundas heridas de la división social. Tampoco ha podido levantar cabeza de la abismal crisis económica que ya pesó sobre el mandato del islamista y que, sin duda, lastrará la nueva etapa de El-Sisi. Pero si la insatisfacción social ha conseguido acabar con dos presidentes en los últimos tres años, el antiguo jefe del Ejército tiene ante sí un panorama diferente. El-Sisi ha dejado claro que el momento de la protesta ha terminado, y que ha llegado la hora de arrimar el hombro y trabajar duro para sacar el país adelante. Sin programa electoral conocido, los egipcios han podido atisbar en un puñado de entrevistas qué pueden esperar del próximo presidente. Y sus palabras hacen prever que la oleada represiva que ha silenciado a la oposición, ha encarcelado a más de 40.000 personas desde el pasado verano, y ha acabado con la vida de unos 2000 islamistas en la represión de sus protestas, podría prolongarse.

Para muchos de sus seguidores, sin embargo, el experimento democrático ha tocado fondo, y hoy valoran, más que nada, el regreso a la estabilidad que esperan que El-Sisi afiance. El propio exministro de Defensa ha señalado que la lucha contra el «terrorismo» será una de sus prioridades y ha reconocido que es posible que los egipcios tengan que esperar por lo menos 20 años para conocer la verdadera democracia.

En el país más poblado e influyente del mundo árabe, 53 millones de egipcios están llamados a las urnas en unos comicios que se celebrarán entre hoy y mañana, y para los que no se espera que haya segunda vuelta.

Los Hermanos Musulmanes, declarados grupo terrorista tras el golpe de Estado, y a los que las autoridades atribuyen la oleada de atentados que ha matado a cientos de miembros de las fuerzas de seguridad desde entonces -ellos lo niegan-, ha llamado al boicot de los comicios, que consideran una farsa.

Campaña de represión

No sólo la cofradía y sus grupos satélites abogan por ignorar las urnas. El movimiento 6 de Abril, uno de los instigadores de las protestas que acabaron con Mubarak y hoy víctimas de la campaña de represión contra la oposición, también han optado por el boicot. El grupo, que había mantenido la llama revolucionaria en las calles durante los últimos tres años, fue ilegalizado en abril y sus principales sus líderes cumplen una condena de tres años de cárcel por manifestarse sin permiso.

Con el resultado de los comicios más que claro, una de las pocas incógnitas que restan por conocer es si el hueco que dejan los seguidores de la Cofradía, que les ayudaron a ganar todas las elecciones desde 2011, se notará en las cifras de participación. La legitimidad del nuevo presidente está en juego y, según reconoce un diplomático europeo que prefiere mantener el anonimato, «en su entorno están preocupados por que la participación sea medianamente decente», al menos superior al 38,6% que se alcanzó en el referéndum constitucional de enero.

personas murieron y 16.806 resultaron heridas desde el golpe que derrocó a Mohamed Mursi.

es el número de detenidos en los últimos once meses por motivos políticos o por movilizarse.