Las divisiones internas minan al separatismo
DONETSK. Actualizado: GuardarLos delegados de la República Popular de Donetsk (RPD) abandonan la sala. A la cabeza van el primer ministro, Aleksander Borodai, y el portavoz del Parlamento, Denis Pushilin, líderes del autoproclamado gobierno que discuten airadamente con algunos de los presentes. Enviados de siete provincias del sur y este de Ucrania -que formarían el histórico territorio de 'Nueva Rusia' reivindicado por los separatistas- tratan de formar un Frente Popular, «pero las velocidades son diferentes, mientras que ellos están empezando, en Donetsk y Lugansk ya hemos celebrado un referéndum y sufrimos los efectos diarios de la guerra civil, por eso es complicado llegar a un gran acuerdo», apunta Kiril Cherkashin, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Donetsk y uno de los cinco responsables de coordinar la consulta que se celebró el 11 de mayo.
El acto tiene lugar en el comedor principal del hotel Shakhtar Plaza, un establecimiento de cuatro estrellas situado frente al campo del Shakhtar Donetsk, equipo del magnate local Rinat Ajmétov, en el que los rebeldes ocupan dos plantas desde hace una semana. Después de decenas de actos en la casa ocupada de la gobernación, las autoridades insurgentes han cambiado la suciedad, los cristales rotos y las paredes llenas de pintadas por las comodidades y el lujo de este edificio donde el personal mira con cara de circunstancias el desfile de gente encapuchada y armada por los pasillos.
Al este de Ucrania no hay debate electoral porque nadie pone en duda que en Donetsk y Lugansk las autoridades rebeldes van a cumplir su palabra de impedir la celebración de los comicios. Pero los días avanzan cada vez con mayor lentitud para los separatistas, que siguen esperando la respuesta de Vladímir Putin a su solicitud de reconocimiento de la oficialidad. «El silencio de Moscú genera intranquilidad, pero no podemos venirnos abajo», admite un alto cargo del nuevo gobierno, que pide no ser citado. Tras el furor levantado por el referéndum, que pese a la irregularidad demostró el respaldo popular a la independencia, el movimiento parece estancado y no han tardado en surgir fisuras entre sus representantes.
El primero en alzar la voz fue el alcalde de Slaviansk, Viacheslav Ponomariev, que aseguró no reconocer la autoridad del nuevo gobierno de la RPD y amenazó con enviar a sus hombres a restablecer el orden. Slaviansk, ciudad de 120.000 habitantes al norte de la provincia, es el epicentro de la actividad militar de la revuelta y lleva semanas cercada por el Ejército.