Una rebelde con criterio propio
La número dos de los socialistas da la cara en las primeras elecciones tras la debacle de 2011 con el apoyo unánime de un partido aún en ebullición Elena Valenciano Candidata del PSOE
MADRID. Actualizado: GuardarLa primera vez que Elena Valenciano (Madrid, 1960) planteó en voz alta la posibilidad de encabezar la candidatura del PSOE al Parlamento Europeo, en el despacho de Alfredo Pérez Rubalcaba, sonó a comentario intrascendente, a una broma más de una política con enorme sentido del humor y cierta habilidad para relajar el ambiente cuando todo se pone cuesta arriba. Era, y es, vicesecretaria general del partido, un puesto de enorme trascendencia creado en su día para Alfonso Guerra y recuperado, muchos años después, para José Blanco.
Nunca una fuerza política española ha enviado a Bruselas a un dirigente con responsabilidades orgánicas tan elevadas. Pero lo que parecía una idea loca, que apenas hizo a Rubalcaba levantar la mirada de los papeles sobre los que trabajaba, acabó calando como la opción más sensata, una apuesta que daba la medida de la importancia que el primer partido de la oposición concede a esta cita electoral.
Su nombramiento cosechó el aval de todos los líderes territoriales del partido, sin excepción. Probablemente, tampoco es ajena a esa unanimidad el hecho de que unas semanas antes, en enero, el Comité Federal había puesto fin a dos años de tiras y aflojas internos al poner fecha, por fin, a las elecciones primarias en las que se elegirá al candidato socialista a la presidencia del Gobierno. Con ello, murió también el temor, infundado, dicen en la calle Ferraz, de algunos dirigentes críticos a que Rubalcaba maniobrara para perpetuarse en el poder.
Valenciano lleva desde mediados de 2011 trabajando codo con codo con Rubalcaba. Dirigió su campaña para las generales sabedora de que se encaminaban a una derrota segura y batalló para que fuera secretaro general en lugar de Carme Chacón, aunque probablemente ambos habrían apoyado entonces a Eduardo Madina si él se hubiera sentido en aquel momento suficientemente maduro para dar el paso. El caso es que ella, como buena feminista, siempre deja claro que es un ser autónomo y que su futuro no está ligado al de ningún hombre, salvo su marido, el arquitecto Javier Udaeta.
En su día, fue uno de los pocos apoyos de la candidatura de Josep Borrell contra Joaquín Almunia. Vencieron al aparato, y a Rubalcaba con él, aunque de poco sirviera. En 2007, José Luis Rodríguez Zapatero la llamó para que ocupara la secretaría de Política Internacional del PSOE. Venía de ser portavoz de la delegación española en el grupo socialdemócrata europeo, en el que estuvo nueve años. En Ferraz, trató de dar proyección internacional a un PSOE un tanto provinciano. La política exterior no era el fuerte de Zapatero, y Valenciano fue ganando peso, pero se rebelaba cuando alguien le situaba entre la «guardia pretoriana» de Blanco.
La candidata socialista rompe muchos esquemas. Pertenece a una familia conservadora. Es hija del médico Luis Valenciano, subsecretario de Sanidad con la UCD. Estudió en el Liceo Francés, por eso es bilingüe, y salió indemne de la 'movida' madrileña de los 80, salvo porque nunca acabó Derecho y Ciencias Políticas. Su biografía habla de una persona empática, con conciencia social y más dada a la acción que al estudio. Ahora regresa a la Eurocámara y muchos han puesto los ojos en ella para presidir la alianza de socialdemócratas europeos. «Se te recuerda», la saludó Javier Solana tras su nombramiento.