
Exploradora de vacíos y ausencias
Lynne Cohen, una de las grandes de la fotografía actual, muere a los dos días de clausurar su primera muestra española
Actualizado: GuardarLynne Cohen, una de las grandes de la fotografía contemporánea, ha muerto con 69 años, víctima del cáncer de pulmón con el que luchaba desde hacía tres. Estadounidense afincada en Canadá, conocida por sus inquietantes imágenes de interiores fríos, solitarios y austeros, falleció el pasado martes, dos días después de la clausura de su primera retrospectiva en España, donde llevó a cabo varios proyectos. Olga Korper, su galerista en Toronto, recordó que su obra está presente en más de 50 colecciones públicas en todo el mundo, de la Galería Nacional de Australia a la Biblioteca Nacional de Francia o el Art Institute of Chicago.
Casi un centenar de sus «paisajes interiores» captados en las últimas cuatro décadas pudieron verse hasta el pasado día 11 en las salas de la Fundación Mapfre en Madrid. La enfermedad le impidió estar presente en la inauguración en febrero, como era su deseo. Algunos de sus solitarios escenarios fueron captados en España en la década de los 90, cuando fue invitada por galerías e instituciones como la Universidad de Navarra, que incorporó obras de Cohen a su colección.
La sencillez y la ausencia de artificio convierten en inquietantes e irreales las imágenes de Lynne Cohen, nacida en Racine, Wisconsin el 3 de julio de 1944. Estudió Bellas Artes en Estados Unidos y vivió y trabajó en Montreal desde 2003, ejerció la docencia en la Universidad de Ottawa y fue profesora invitada en varias instituciones. Influenciada por Eugène Atget y la escuela de Düsseldorf, durante toda su vida fotografió desolados escenarios de uso humano pero evitando sistemáticamente la presencia humana. Los retrataba con luces sencillas, buscando simetrías en la escena y sin asomo de artificio, creando un irónico y desconcertante juego entre la ausencia y la presencia imaginada.
La naturalidad formal y la sobriedad compositiva dotaban de una calidad fantasmagórica a despachos, salones, dormitorios, vestíbulos, oficinas, tiendas, fábricas o laboratorios en los que no había rastro de personas. O sí. El espectador no puede dejar de preguntarse qué está pasando, quiénes son los fantasmales y ausentes habitantes de esos lugares solitarios que, a fuer de auténticos, parecen decorados.
Nuria Enguita, comisaria de la muestra española compuesta por 86 instantáneas, seleccionó sus imágenes, casi todas en blanco y negro y gran formato, captadas entre 1972 y 2012 y nunca antes vistas aquí. Es precisamente el falso anonimato, la descripción aparentemente neutra -como las postales o los anuarios empresariales- lo que dota de potencia irónica y crítica a la imágenes de Cohen «que literalmente, hablan por sí mismas», según Enguita. Cohen fotografíaba sus escenarios sin modificarlos. Son espacios reales en los que el espectador tiene la impresión de estar ante una puesta en escena. La gran escala de sus fotos invita a entrar en la imagen, escudriñarla y sacar una interpretación propia. «No sabría dónde colocar a las personas» aseguraba la artista que retrató unos «vacíos interiores» paradójicamente llenos de persistentes presencias humana. «Extrañamente, cuando más mundanos los espacios interiores, más inquietantes y desconcertantes» reconocía la fotógrafa, que situaba su trabajo «entre Jacques Tati y Michel Foucault».
Elementos básicos
Procedente de la escultura y el grabado, Cohen inició su carrera fotográfica en 1971 retratando interiores. Buscaba una imagen directa, anónima y lo más neutra posible. Durante toda su trayectoria sus obras conservaron los elementos básicos propios de su estilo. Todas resultan en amenazantes en cierta medida, una característica que se acentúa cuando comienza a usar del color.
En los 70 su interés se centra en el artificio psicológico y sociológico en el que vivía la emergente clase media americana. Fotografía espacios domésticos, salas de estar, oficinas, salas de reuniones, clubes masculinos y salones de belleza. En los 80 se interesa por los mecanismos de control y manipulación de la sociedad y dirige su mirada hacia instituciones más autoritarias, como laboratorios, centros de formación, aulas y campos de tiro. En los 90 fotografía fábricas y balnearios y a partir del año 2000, sin cambiar el tipo de espacios que retrata, incorpora el color en sus obras.
Trabajó Cohen con cámaras de gran formato que le permitieron «dominar el plano de la lente y el de la película» y que le permitían «un control absoluto sobre la imagen, cuidar la composición y producir obras de gran nitidez y claridad». Siempre con una luz plana, busca y potencia la simetría y el distanciamiento del objeto. Usaba una película muy sensible, con exposiciones largas y con aperturas de diafragma pequeñas que dotan a sus imágenes una gran profundidad de campo. Sus obras tendieron con los años a una monumentalidad escultórica.