Redes sociales hasta en la sopa de tomate
Actualizado: GuardarHace años uno iba a la Feria engominado, de traje, con clavel en la solapa, la de Ubrique bien forrada y atada, y el catavino en la mano. Motivo habitual de burla carnavalera. Ahora puede prescindir prácticamente de todo pero no de ir repicando sin cesar en teclado del móvil, como si a alguien -aparte de usted mismo- le importara lo que pone o deja de poner en las redes sociales. Y con ese lenguaje que reprocha la sufrida mujer al esposo que parece que el sujeto habla al revés, en dialecto regional checo o que está buscando al logopeda de guardia.
Pues sí, las redes sociales, en vez de estar socializando con los demás. Con lo fácil que es quedar con un grupo de amigos y pedirse una media de La Ina en su cubitera metálica y rodeada de refrescante hielo para degustar una sopa de tomate. Aunque la de Ubrique no vaya forrada precisamente pero sí bien atada, no sea que te la distraigan en un bullicio o al sacar, por décima vez en diez minutos, el móvil para aparentar lo bien que te lo estás pasando y dar envidia a tu vecino.
El calor amainó. Por si acaso, muchas casetas gozan de aire acondicionado y está el siempre sufrido abanico, ese que te dejó tu abuela con cariño, o el que regala algún partido o empresa. Huelga decir que ambos refrigeradores no sirven para los sufridos cocineros y pinches que se hartan de freír pescao y pimientos para una clientela insaciable. «Qué hartura de feria, pero qué hartura», cuenta una camarera a otra fumando un cigarro.
. Y quedan dos días para tomarse la penúltima.