A Nueva York todavía le duele recordar el 11-S
La inauguración del museo 13 años después de la tragedia descubre las heridas abiertas de los familiares y de la comunidad musulmana
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarMás de mil familias que vieron a sus seres queridos desaparecer bajo el derrumbamiento de las Torres Gemelas no han recibido un solo hueso que enterrar. Casi 13 años después, se les han secado las lágrimas y la esperanza de que aparezcan, vivos o muertos. Desde el sábado tampoco les da un vuelco el corazón cuando suena el teléfono, pensando que pueda ser de la oficina del forense que al fin haya identificado algo que poder enterrar. Los 8.500 fragmentos anónimos que quedaban han sido depositados en una tumba subterránea del museo del 11-S, que inaugura hoy Barack Obama, y por el que habrá que pagar 24 dólares de entrada (unos 18 euros) para poder velar a esas casi 1.100 víctimas.
«Creemos que esos restos deberían ser devueltos al World Trade Center pero a un lugar aparte del museo, como la Tumba de los Desconocidos en el Cementerio de Arlington», dijeron las familias al presidente en la carta que enviaron a la Casa Blanca. La ciudad, entonces bajo la batuta del autoritario alcalde Michael Bloomberg, justifica la decisión al haber obtenido la aprobación de los cinco familiares sentados en el consejo de dirección del museo, que abrirá al público el próximo 21. «Hay 3.000 familias y una o dos no están de acuerdo (con el resultado)», simplificó el exalcalde en una entrevista con 'Politico', «pero en términos generales se puede decir que lo hemos hecho bien y ya nadie se acuerda del tiempo que ha llevado».
En realidad, esas 1.100 familias sin camposanto llevaban casi 13 años esperando a que la oficina del forense depositase los restos en algún lugar en el que poder visitarlos. De los 300 familiares que contestaron a una encuesta enviada por un abogado de algunas familias sin restos, el 94,6% manifestó su rechazo con el lugar elegido, explicó el abogado Norman Siegel. Algunas, por temor a que otro huracán como Sandy inunde la cámara, situada siete pisos bajo tierra, cerca del puerto de Nueva York y tras un muro que contiene el río Hudson. Otras, indignadas por lo que ven como el uso comercial de los restos. «Es un cebo para atraer a los turistas y que paguen por hacerse una foto junto a lo único que les queda a estas familias de sus seres queridos», dijo Siegel. «Es absolutamente macabro, eso no se hace con restos humanos. No descansaremos hasta que se aparten de un uso comercial».
No son los únicos dispuestos a boicotear lo que trae paz a otros. El solemne pero macabro paseo por el museo acaba con un vídeo llamado «El ascenso de Al-Qaida», que ha puesto los vellos de punta a las comunidades musulmanas. Para quienes han visto el vídeo, embargado con tanto secretismo que ni la Casa Blanca lo conocía antes de que esas organizaciones elevaran su clamor, lejos de educar al público la narrativa se presta a la confusión y hará que al salir «más de uno confunda a la primera persona con turbante que vea con los terroristas del 11-S», dijo Linda Sarsour, directora de la Asociación Árabe Americana de Nueva York. «Este museo debería ser un lugar que nos una», se lamentó la también portavoz de la coalición de líderes religiosos, que tampoco quiere descansar hasta que se edite el polémico vídeo.
La solidaridad, prioritaria
El museo en sí ha denegado su petición de revisarlo y asegura que es correcto. Como ejemplo de que no lo es, Sarsour alega que el vídeo, al que da voz el presentador de NBC Brian Williams, se refiere a Al-Qaida y sus líderes como «islamistas» e «islámicos». «Ese término se debe aplicar a un partido político que utilice el islam como ideología, digamos los Hermanos Musulmanes de Egipto, pero Al-Qaeda no es un grupo político sino una organización terrorista». Su opinión la secundan más de 400 líderes e intelectuales islámicos que han firmado la petición sin respuesta enviada a la Casa Blanca, pero incluso Sarsour entiende que para el presidente «la prioridad es mostrar solidaridad con las víctimas, que llevan doce años esperando este momento».
Será hoy, tras ese momento solemne y privado, cuando Obama tenga que dirimir los flecos de disputa que ha dejado tras de sí Bloomberg. Su sucesor, Bill De Blasio, ya tomó cierto partido al revertir su decisión de que el traslado de los restos sin identificar se hiciera en secreto, para que los familiares no pudieran manifestarse, pero el humo y las llamas de las Torres Gemelas están lejos de apagarse.