ESPAÑA

Un carácter fuerte e indomable

Isabel Carrasco Presidenta diputación de León

VALLADOLID. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Isabel Carrasco, inspectora de Hacienda, exdelegada territorial de la Junta, exconsejera de Hacienda del Ejecutivo autonómico, presidenta de la Diputación, presidenta provincial del PP y persona clave en la reciente historia de la derecha en la capital del viejo reino, nació en Campo y Santibáñez en 1955.

Mujer de fuerte carácter, de lengua dura e implacable, empezó a convertirse en pieza indiscutible de la derecha leonesa a la sombra de Miguel Pérez Villar. El que fuera consejero de Economía en el primer gobierno de José María Aznar en Castilla y León alimentó sus ambiciones políticas, consciente de que aquella política de escasa estatura y de aguda inteligencia, era el ariete que necesitaba para contrarrestar el impulso del incipiente leonesismo que a finales de la década de los 1980 tomaba fuerza en León. Y Carrasco hizo su papel con su habitual energía y eficacia. Tanta que acabó por entender que Pérez Villar y sus problemas con las ayudas de la minería eran un lastre para su futuro. Y decidió apartarse de su sombra y empezar a navegar siguiendo su propio criterio.

Cuando Carrasco tomó esa decisión ya se había separado de su marido, un profesor de instituto con el que tenía una hija en común. Algunos de sus compañeros en la Delegación de Hacienda de León no se sorprendieron. «Ella estaba muy por encima de él», señalaban. La pareja nunca mantuvo desde entonces una buena relación.

Calculadora y metódica, Carrasco empezó a dar los pasos que se había trazado en busca de llegar a lo más alto de la cúspide política. Y no tardó mucho. Juan José Lucas la nombró pronto consejera de Economía y Hacienda y la puso al frente de la Comisión Mixta de Transferencias. Era el momento de negociar la financiación de la educación y la sanidad, y la personalidad beligerante, fuerte, belicosa y acerada de Carrasco era la garantía perfecta que necesitaba Lucas para salir airoso del trance. Y no le defraudó Isabel Carrasco. Porque rara vez defraudaba a los que estaban de su lado o a quienes ella consideraba que había que apoyar.

Carrasco no se casaba con nadie. De hecho, su llegada a la Consejería de Economía y Hacienda para sustituir a Fernando Bécker supuso la salida del que hasta ese momento había sido el secretario general, un joven y prometedor político burgalés: Juan Vicente Herrera.

Años después, cuando Herrera ganó las elecciones, la relevó. Carrasco se lo tomó con deportividad y naturalidad. Sabía que había llegado al punto más alto de su carrera política, y se retiró a su tierra leonesa para seguir gobernando con mano firme el rebaño popular.