Purasangres urbanos
Las carreras de caballos en el mismo lugar donde se alzó el hipódromo de la Castellana hasta 1933 deleitaron ayer a miles de curiosos y aficionados
Actualizado: GuardarUna tupida y larga alfombra de arena bastó ayer para recuperar la memoria del hipódromo de la Castellana y toda la pasión por las carreras de caballos. Hacía 80 años que los purasangre no corrían en los altos del paseo de la Castellana donde se alzó el primer hipódromo de la capital entre 1878 y 1933.
La idea de rescatar este noble espacio urbano para la competición hípica se reveló como todo un éxito. Decenas de miles de personas no quisieron perderse las carreras que se disputaron en la soleada y primaveral mañana de domingo en la principal arteria de la capital, en la que los caballos expulsaron a los automóviles durante algunas horas para disfrute del respetable.
Se disputaron cuatro carreras de exhibición en las que una docena de purasangres ingleses y sus jinetes, tres por manga, recorrieron los setecientos metros de pista de arena con la que se cubrió el asfalto. En lugar del deliro de pamelas y chaqués habituales en Ascot y otros hipódromos británicos, se vivió un ambiente mucho más familiar y menos envarado. No faltaron las castizas calesas y la música en vivo para animar la festiva jornada en la que curiosos y aficionado jalearon a unos caballos y jinetes que pudieron contemplar mucho más de cerca que en los hipódromos.
Sonora, Postigo y Vanity Fair fueron los tres primeros caballos en salir de los cajones a las once del mañana. Jinetes y equinos dieron espectáculo cubriendo a pleno galope la distancia que separa las plazas Cuzco y Lima, bajo construcciones icónicas como el estadio Santiago Bernabéu, Torre Picasso y los demás edificios del complejo de Azca, no lejos de las inclinadas Torres Kio. Corrieron sobre un trazado cubierto con 1.042 toneladas de arena de sílice segoviana, y jaleados por un público entusiasta que no dejó de aplaudir y que disfrutó del espectáculo gratuito. Montaron los mismos caballos que compiten en el circuito profesional grandes yóqueys como Paquito Jiménez y Jorge Horcajada, también entusiasmados con la respuesta del público.
Inaugurado en 1878, coincidiendo con los fastos nupciales por el enlace entre el rey Alfonso XII y María de las Mercedes de Orleans, el viejo hipódromo de la Castellana fue el centro de reunión de la alta burguesía y la aristocracia madrileña. Se derribó en los años 30, para permitir la expansión de la capital española y facilitar la construcción del complejo de los Nuevos Ministerios. La competición hípica se trasladó entonces al actual hipódromo o de la Zarzuela, en el monte de El Pardo, que desde entonces sufrió altibajos antes de recuperar su pujanza en los últimos años.
A la marea de ciudadanos encantados con la novedad hípica se sumaron las autoridades encabezadas por la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Saénz de Santamaría, y la alcaldesa de la capilral, Ana Botella. El fin de fiesta fue una actuación del grupo DVicio y una exhibición ecuestre de la yeguada de la Cartuja.
«Ha asido todo un éxito», se felicitó Faina Zurita, presidenta de hipódromo de La Zarzuela, situado a unos quince kilómetros del ocasional emplazamiento dominical y organizadora del evento junto a varias marcas comerciales. «Hemos mostrado al público cómo pueden disfrutar cada domingo de los caballos en el hipódromo», dijo.