«Desde los ochenta, todo se ha paralizado y momificado»
MADRID. Actualizado: GuardarPara Irvine Welsh, algunos de los males que asuelan al mundo en la actualidad como la economía neoliberal, la muy desigual redistribución de la riqueza, el paro desbocado o la caída de los jóvenes en la droga tienen su base fundacional en los años ochenta. Era la época en que Margaret Thatcher aplicaba sus recetas de dama de hierro, estallaban las huelgas mineras, el desempleo crecía como la espuma, los punks proclamaban con pesimismo 'No future' a través de los Sex Pistols y la heroína y el sida empezaban a circular de manera masiva y descontroladamente por las calles. «Las cosas han cambiado, ahora somos más consumistas y de cultura mediática, pero a escala política y económica estamos igual, desde entonces, todo se ha paralizado y momificado», apunta el autor de 'Trainspotting', de visita promocional en Barcelona.
Welsh ha regresado a los años ochenta con su nueva novela, la duodécima, 'Skagboys' (Anagrama), donde se ha reencontrado con los personajes de su primera obra, 'Trainspotting', la que le convirtió en un superventas y en un escritor de fama mundial. «Hacía mucho tiempo que quería escribir sobre los 80 y me di cuenta de que los protagonistas de mi primer libro eran ideales para hacer el análisis de esa época». Vuelven, por tanto, Renton, Spud Murphy, Sick Boy y Begbie, aunque unos años antes de convertirse en los protagonistas de esa novela que Danny Boyle llevó al cine.
Casi veinte años después, Welsh presenta una precuela de 'Trainspotting', que cuenta cómo sus personajes se engancharon a la heroína. «Para ellos, caer en la heroína significaba sentirse parte de alguna cosa». Welsh se muestra crítico con la juventud, «más consumidora que creadora» y obsesionada con lo digital.