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«El amor y el humor van unidos, cuando uno ríe, ama»
El tendero más famoso de la televisión protagoniza 'El baile', una comedia romántica obra de Edgar Neville que mañana se representa en San Fernando
CÁDIZ. Actualizado: GuardarYa trajo a San Fernando 'El pisito' y ahora, mañana, el actor Pepe Viyuela (Logroño, 1963) vuelve al Real Teatro de las Cortes con 'El baile', una obra de amor y humor de Edgar Neville y dirigida por Luis Olmos que supone un «canto a las ganas de vivir».
-Tres personajes para 'El baile', ¿de que trata la obra que trae a San Fernando?
-Es una función en la que se habla de un amor a tres bandas. Dos hombres enamorados de una misma mujer pero, en realidad, el tema más importante de esta comedia es el paso del tiempo, cómo afecta a nuestras vidas y cómo hay cosas que aunque parezca que el tiempo puede con todo, no es así. Estos personajes, a medida que avanza la función, van sufriendo las consecuencias de estar vivos, pero su relación es cada vez más fuerte y se convierte en algo mucho más valioso para los tres.
-¿Qué papel le ha tocado jugar en este trío?
-Mi personaje es Julián, uno de los dos hombres enamorados de Adela, pero no es el que está casado con ella. Es el gran amigo de su marido y un enamorado platónico de la mujer, es el que está junto con ellos y no se separa jamás. La función habla también de eso, de cómo el amor puede ser generoso en lugar de mezquino y cómo se puede compartir momentos e intensidades con alguien con el que a priori deberías estar enfrentado. Julián es un personaje muy divertido e irreal. El teatro precisamente está para eso, para presentar aquellas cosas que no existen en la realidad pero que podrían constituir una utopía u otra forma de vivir y de ver las cosas.
-Si es un personaje irreal le habrá costado más esfuerzos encarnarlo...
-El teatro siempre lo asocio con el juego, cuando uno es niño y juega es capaz de cualquier cosa, nada es difícil. En teatro el reto está ahí, cuanto más difícil se plantean las cosas más interesante me va a resultar trabajarlas. Es más emocionante para mi profesión. Con la imaginación y la capacidad de soñar te puedes meter en muchísimos personajes.
-Por lo que cuenta, Julián parece un tipo entrañable.
-Es un tío majísimo. Resulta insoportable porque tiene mucho genio y es un tipo cascarrabias, pero el reto de un actor es que resulte verosímil para el público que ese hombre y esa mujer, sus grandes amigos, no le echen de casa. Y eso no pasa porque en el fondo tiene algo que lo hace muy adorable.
-En estos tiempos, qué resulta más necesario, ¿el amor o el humor?
-Van unidos, creo que cuando uno ríe, ama. Es muy fácil enamorarte de alguien que ríe y te hace reír. Un flechazo nunca se produce por el sufrimiento, más bien porque alguien te ha inoculado la alegría, por algún sentimiento positivo de esa persona. El amor y el humor están indisolublemente unidos, yo me río normalmente con la gente a la que quiero y quiero a las personas con las que me río, la gente que me hace sufrir no la quiero mucho, me suelo alejar bastante.
-¿Nota que el mensaje de la obra cala en el público? ¿Sirve de resorte para dar rienda suelta a la alegría?
-El teatro en general es motivo de alegría. Aunque vayas a ver una tragedia, el hecho de que te cuenten una historia que te haga soñar ya es un aliciente para ver la vida de otro modo. Y esta función concretamente me parece sobre todo un canto a las ganas de vivir y a las ganas de apostar por la gente a la que quieres. Si tú quieres estar con alguien te va a importar muy poco lo que piensen los demás. Es un canto a la independencia, una invitación a que cada uno viva la vida como le guste. Sólo se vive una vez, el tiempo pasa muy rápido y con lo que te quedas al final es con lo que verdaderamente ha sido importante en tu vida.
- 'El baile' trata sobre las huellas que deja el tiempo en las personas. ¿Qué ve Pepe Viyuela cuando echa la vista atrás?
-Hago una valoración positiva, no tanto por el hecho de que haya podido irme muy bien en el trabajo, sino porque me he divertido mucho y me sigo divirtiendo. Empecé a hacer teatro muy joven y me di cuenta de que me lo pasaba muy bien haciendo eso y hoy en día sigue igual, tengo mucha ilusión cuando empiezo una función nueva, cuando adopto un nuevo personaje o me incorporo a un elenco distinto al interior.
-Claro que la suya es una carrera polifacética, muchos desconocen que es un poeta consagrado...
-Bueno, me gusta escribir y leer de todo. La gente se sorprende, quizá porque le resulta extraño o porque tampoco hablo demasiado de ello. Yo no me creo un poeta, sólo soy una persona que escribe porque encuentra un placer en ello, pero nada más. No me considero escritor ni poeta, los que de verdad se dedican a la literatura lo hacen de una forma mucho más perseverante y una entrega mayor a como yo lo hago. Cuando me llaman poeta me sonrojo un poco.
-Pero ha recibido premios por su obra poética.
-Los premios no son nada. Son un aliciente más, pero de verdad, a lo mejor suena un poco a tópico, pero el premio real está en el placer que uno encuentra escribiendo. Más allá de eso, recibir un premio no te convierte en poeta.
-¿Y el Ondas?
-Es un premio muy bonito, lo agradezco mucho, cuando me lo dieron me puse muy nervioso. No me lo esperaba, lo valoro mucho porque me llama la atención que es un premio de radio con una larga trayectoria. Pero el Ondas no me convierte, creo, en mejor actor. Es un reconocimiento, pero más que eso me lo intento tomar como un trampolín, como un impulso para hacerlo mejor que hasta ahora.
-Toca preguntarle por Chema. ¿Ha sentido alguna vez ganas de abandonar la serie 'Aida'?
-Nunca me he cansado de ese papel y ahora que estamos a punto de terminar, pues me da pena. Ese el síntoma claro de que no quiero acabar con él, pero al mismo tiempo pienso que todo tiene su momento para acabar, que llevamos muchos años. No quiero dar lugar al lamento, prefiero pensar en lo bueno que me ha pasado con este trabajo durante diez años y valorar la fortuna que he tenido de poder disfrutarlo. En este tiempo de serie lo he pasado muy bien porque lo he podido compaginar con el teatro, que es lo que más me gusta, de ahí que nunca haya pensado en abandonarlo.