El tren y la mar
Actualizado: GuardarAcabo de conversar con el arquitecto César Portela quien proyectó para Cádiz una terminal ferroviaria con vocación de configurar un umbral de la ciudad al mundo. Resulta hermoso pensar en el ferrocarril. Oscar Wilde sostenía: «Todos debemos llevar siempre algo sensacional para leer en el tren». Los libros sobre viajes por vía férrea son siempre emocionantes, desde las novelas de Agatha Christie, hasta la historia de los conservadores británicos contada por Jack Simmons en 'The Victorian Railway', pasando por las narraciones sobre espías de Graham Greene; la novela de Anita Nair, 'Ladies Coupe', y las obras de Richard Linklater para 'Antes del amanecer' y 'Antes del atardecer'. Las estaciones fueron un reto para la arquitectura de la época y han adquirido importancia como partes de la ciudad, símbolos del desarrollo industrial y urbanístico del siglo XIX, aún forman parte de nuestros modelos urbanos más avanzados. Sostiene César: «Desde el comienzo del proyecto tuvimos claro que el encargo era una oportunidad para resolver un problema ferroviario de gran importancia, y además una ocasión única de hacer Ciudad, recuperando el espacio que en otro tiempo ocupó el jardín situado delante de la Antigua Marquesina, como una gran plaza de confluencia de tráficos (coches, ferrocarril y barcos), un gran espacio público entre la Ciudad y el Mar».
He revisitado la estación para escribir sobre esto. Excelente la nueva pieza, un prisma de esbeltas columnas y alta cubierta con luz cenital, y me he asomado a la antigua estación de principios de XX, en la línea de la mejor arquitectura ferroviaria de hierro y ladrillo de su tiempo, muy bien restaurada. Ver desde su interior, en lugar del mar, la trasera de un tosco edificio, permite comprender la conveniencia de recuperar una idea que pasa por liberar la plaza entre la estación y los muelles. En conversaciones recientes acerca de la necesidad de actuar sobre nuestra ciudad antigua todos los participantes coincidimos en la conveniencia de resolver este área de oportunidad para configurar el espacio público que bien pudiera ser uno de los más bellos del mundo, con la fachada de una bella estación como nudo y emblema del tráfico de pasajeros que acceden a nuestro Palacio Marino.