Los seguidores del partido Congreso Nacional Africano, durante un mitin preelectoral en Bekkersdal, cerca de Johannesburgo. :: K. L. / EFE
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Sudáfrica vota hoy en los primeros comicios democráticos sin Mandela

Los sondeos apuntan a que Zuma repetirá como presidente de un país al que todo el continente mira como ejemplo social

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Los abucheos a un presidente no anticipan necesariamente un fracaso en las urnas. El gesto contrariado del presidente Jacob Zuma ante la recepción furibunda que recibió de los asistentes al funeral de Nelson Mandela en el estadio de Soweto, hace ya cinco meses, no implica su derrota en los comicios que se celebran hoy en Sudáfrica. Todas las encuestas apuntan una victoria por mayoría absoluta del Congreso Nacional Africano. Dos décadas después de que se celebraran las primeras elecciones democráticas en el territorio del 'apartheid', las predicciones sostienen que la formación que pilotó el cambio obtendrá más de 60% de los votos frente a un 25% de la opositora Alianza Democrática y en torno al 5% de los Luchadores por la Libertad Económica, la nueva formación liderada por el radical Julius Malema.

Pero estos sufragios serán radicalmente diferentes, independientemente de sus resultados, porque se trata de los primeros sin la presencia física de Nelson Mandela, el padre de la patria. También porque el triunfo del partido gubernamental se producirá a pesar de su principal candidato, el controvertido Zuma. El líder de la república del arco iris se ha convertido en el símbolo de la corrupción, el nepotismo y la falta de talla política de su clase dirigente, algunas de las lacras de la potencia austral.

El descrédito de su elite caracteriza la atmósfera de Sudáfrica, el flamante socio africano del Brics, el club de las potencias emergentes. Tan sólo el 30% de sus ciudadanos sostiene que la gestión de su país es la correcta, según el Instituto de Sondeos Ipsos. Cuando el último gobierno accedió al poder, hace tan sólo cuatro años, contaba con el 70% de apoyo popular. Hoy apenas llega al 48%. El país opulento, uno de los mayores consumidores mundiales de autos de lujo, padece un 31% de desempleo y un 6% ha desistido en tal empeño.

La proyección internacional del régimen de Pretoria ha corrido en paralelo a la desafección interior. Las expectativas frustradas de la población negra por acceder a niveles de vida similares a los de la minoría blanca o asiática coinciden con la recepción de la crisis, acentuada por el declive de un modelo de desarrollo basado en la minería y la agricultura extensiva. El drama de Marikana, con 34 trabajadores asesinados por la Policía, revela la impotencia de esa frustrada comunidad indígena en un medio dominado por las grandes corporaciones a pesar de las declaraciones grandilocuentes de sus dirigentes de piel oscura.

La irrupción de los 'diamantes negros', esa nueva elite negra que reivindica el orgullo nativo, no es ajena al tráfico de influencias y el saqueo de la Hacienda. El armario de Zuma abunda en esqueletos, como el cobro de comisiones por ventas de armamento que llevó a su abogado a prisión, pero también hay cuerpos del delito más calientes como el denominado escándalo de Nkandla, relativo al gasto irregular de fondos públicos en su finca privada.

El denominado 'Zumagate' se sustenta sobre un dispendio de 16 millones de euros. Sin asomo de emoción, el extravagante dirigente explicó que los costosos sistemas de seguridad instalados en la residencia respondían al recuerdo de un asalto a una granja que poseía y en la que los ladrones violaron a una de sus tres esposas. No explicó convincentemente la razón de que a ese sofisticado control se sume una comisaría, una clínica, un anfiteatro, casas para invitados o un párking para cuarenta vehículos o un gallinero. Ni las razones clientelistas, el apoyo del poderoso sindicato Cosatu ni la herencia emotiva de Madiba o la memoria de la segregación explican que, a pesar de todo lo anterior, el ANC no tema la pérdida del poder. La estrategia de construcción de viviendas y expansión de los servicios públicos ha atemperado los ánimos, pero también es cierto que la opinión pública recela de las alternativas.

La Alianza Democrática, dirigido por la descendiente de alemanes Helen Zille, intentó romper su techo de cristal aliándose con la abogada Mamphela Ramphele, viuda de todo un icono de la lucha antirracista como Steve Biko. El segundo partido está considerado el defensor de blancos y asiáticos y tan sólo atrae un 5% el voto indígena. El hecho de que su campaña se ha centrado en la reivindicación de su rol en la lucha antiapartheid revela, aún, cierta patética falta de credibilidad.

Un ocaso agridulce

Tampoco las deserciones sufridas por la coalición gobernante, como el movimiento de protesta 'Sidikiwe! Vukani! Vote No', han conseguido cuajar en las urnas. Ni el Agang de Ramphele ni el Congreso del Pueblo, de Mosiuoa Lakota han superado hasta ahora la barrera del 5%, un hito que puede obtener el extraño Luchadores por la Libertad Económica, de Malema. Bregado en el ala juvenil de la alianza gobernante, su discurso resultó demagogo y radical para los postulados no menos ambiguos de Zuma y fue expulsado del partido hace dos años. Su apostura paramilitar y la pretensión nacionalizadora de los medios de producción que predica han obtenido apoyo entre los más excluidos de la comunidad sudafricana. Lastimosamente, su gran fortuna y los cargos pendientes por apropiación indebida, fraude o blanqueo de dinero desmerecen una imagen tan elaborada, similar a la de los tradicionales líderes tercermundistas.

Los sondeos apuntan hacia la continuidad, tal vez al ocaso agridulce de Zuma y su relevo por Cyril Ramaphosa, el denominado delfín de Mandela. En cualquier caso, caben serias dudas sobre si el nuevo gobierno podrá hacer frente a los desafíos vigentes. La promoción de la unidad de sus ciudadanos, independientemente de su raza, la lucha contra los abismos sociales, las elevadas tasas de crimen, el acceso a la tierra y la creación de empleo, constituyen retos muy importantes para el país al que mira todo un continente como su mejor ejemplo social y político de su historia política.