«Esto es una guerra civil en toda regla»
Los rebeldes prorrusos se atrincheran en Slaviansk, cercada por el Ejército ucraniano y donde la población ha quedado entre dos fuegos
SLAVIANSK. Actualizado: GuardarDos fuertes explosiones rompen el silencio de la mañana en Slaviansk. Inmediatamente las campanas de la iglesia empiezan a repicar. Es la señal que todos los ciudadanos conocen, pero a nadie le gusta escuchar. Con paso rápido los vecinos vacían las calles y se encierran en sus casas porque los combates están cerca. Se escuchan helicópteros y hay movimiento de ambulancias. La guerra está a las puertas de esta ciudad de 120.000 habitantes situada 120 kilómetros al norte de Donetsk y cercada por el Ejército desde el viernes.
Al menos cinco personas perdieron la vida en los choques que se libraron durante la mañana a las afueras de Slaviansk, son las bajas confirmadas por el Ministerio de Defensa, cuatro soldados, y el hospital central de la ciudad, una mujer que recibió una bala en la cabeza. Al centro médico no paran de llegar toallas, medicinas y alimentos que los vecinos donan en previsión de un endurecimiento de la ofensiva. Los insurgentes también aseguraron haber sufrido «numerosas bajas, al menos diez», según declaraciones de uno de sus mandos a la prensa rusa, pero ningún medio pudo verificar la información de forma independiente. Los rebeldes confirmaron que tuvieron que realizar un «repliegue urgente» al interior de Slaviansk ante el avance de las fuerzas regulares, a las que ahora esperan atrincherados en las barricadas que cortan las calles principales.
El ministro de Interior, Arsén Avakov se desplazó hasta el cerco del bastión insurgente para seguir la evolución de la ofensiva y en uno de los puestos de control explicó a la prensa que «mi misión es eliminar a los terroristas. La única táctica es avanzar poco a poco hacia el centro». Su visita coincidió con el intento de emboscada por parte rebelde a un convoy militar que se dirigía a la torre de la televisión a las afueras de Slaviansk, donde estallaron los choques. El ministro también fue testigo de la pérdida de un nuevo helicóptero Mi 24 por parte de sus fuerzas armadas. Esta vez todos los ocupantes de la aeronave fueron rescatados con vida, pero es el cuarto aparato que pierde Ucrania desde el inicio de lo que Kiev califica de «ofensiva antiterrorista».
Avakov quiso dejar claro que la lentitud del avance se debe a que «estamos atados de pies y manos, ya que a nuestro alrededor hay población pacífica. Algunos nos apoyan, otros no, eso no importa: los militares ucranianos no pueden disparar a la población pacífica». Pero aquí los ciudadanos ven a los soldados como «una fuerza ocupante al servicio de un gobierno ilegítimo, tienen que volver a sus cuarteles y dejarnos en paz», pedía en la calle Ludmilla, estudiante que corría a su casa para encerrarse «y no salir hasta que todo pase».
Desabastecimiento
Las clases se han suspendido, lo mismo que el transporte público, y en los comercios que se atreven a abrir las puertas empiezan a sentirse los efectos del cerco en forma de estanterías cada vez más vacías. Escasean la leche y la fruta y los vecinos hacen acopio de provisiones porque piensa que lo peor está por llegar. «¿No has visto lo sucedido en Odessa? Esto es una guerra civil en toda regla», dice Sasha, trabajador de una empresa de transporte local que después de varios años en España ha regresado a su tierra natal y se ha encontrado con una situación que nunca esperaba ver.
Las explosiones y disparos en el extrarradio y el zumbido de los helicópteros se traducen en una ciudad muerta en la que sólo los encargados de la defensa de las barricadas se mantienen en sus puestos. Es como si el toque de queda impuesto a partir de la nueve de la noche, entrara en vigor tras el estallido de los combates. Civiles de edad avanzada y armados con palos en las calles del centro, jóvenes encapuchados y armados con fusiles de asalto y lanzacohetes en el extrarradio son las únicas personas que se pueden ver.
Desde Moscú, el Ministerio de Exteriores emitió un comunicado para advertir de que puede producirse una «catástrofe» en las ciudades cercadas, alertó de que comienzan a escasear los medicamentos y a haber problemas de desabastecimiento de productos y pidió a Kiev «que retire sus tropas y se sienten a la mesa de negociaciones para comenzar un diálogo normal sobre la forma de resolver la crisis política».
Pero el mensaje ruso no llega a oídos de las autoridades interinas, que ven una realidad totalmente diferente y piensan que «esto es una guerra contra nosotros y debemos estar listos para detener esta agresión», como declaró el presidente, Alexander Turchínov, en un mensaje televisado a la nación para informar de los incidentes de Odessa y la marcha de la operación militar en la provincia de Donetsk.
Un discurso que se pudo seguir en Slaviansk a través de los canales ucranianos que vuelven a estar en antena tras la toma de control de la torre de televisión por parte de las fuerzas armadas. Como se ha visto en los choques de los últimos cuatro días, esta es una especie de guerra de puestos de control y torres de televisión.