Uno de los guardias civiles rocía el jueves con gas pimienta a un inmigrante. :: J. B. A.
ESPAÑA

El Gobierno defiende el uso de espráis de gas pimienta contra los inmigrantes en la valla

El delegado en Melilla acusa a la oposición, a las ONG y a periodistas de fomentar con su «demagogia» la idea de la «debilidad» en la frontera

MELILLA. Actualizado: Guardar
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La Guardia Civil utiliza y seguirá utilizando espráis de gas pimienta para dispersar a los inmigrantes que se encaraman a la valla de Melilla. El delegado del Gobierno en la ciudad autónoma, Abdelmalik El Barkani, aseguró ayer que este material es «perfectamente reglamentario» y se utilizará siempre de forma «proporcional».

El Barkani dio explicaciones un día después de que más de 145 subsaharianos lograran superar el perímetro en un nuevo asalto masivo protagonizado por más de 800 africanos. Unos 150 de estos extranjeros se quedaron subidos durante seis horas a la valla en la zona de Barrio Chino, lo que obligó a los agentes del instituto armado a emplearse a fondo para conseguir bajarlos, incluido el uso de los espráis directamente a los ojos de los 'sin papeles'. Los aerosoles de pimienta, también conocidos como espráis antivioladores, contienen un gas altamente irritante, que provoca una intensa quemazón en los ojos y una ceguera pasajera. A pesar del dolor que provoca, no provoca daños irreversibles, salvo en muy contadas ocasiones.

La Guardia Civil llegó incluso a utilizar el pasado jueves un extintor contra otro de los inmigrantes. El coronel jefe de la Guardia Civil de Melilla, Ambrosio Martín Villaseñor, que compareció junto a El Barkani, reconoció que el extintor no es un material antidisturbios pero que su uso fue «puntual», ya que uno de los extracomunitarios portaba un mechero y ya había arrojado ropa ardiendo a los funcionarios «para amedrentarlos», una nueva técnica de los inmigrantes en sus saltos masivos. «Igual el guardia civil tenía que haber soplado para apagar esa llama», dijo de modo irónico el delegado ante las críticas que ha suscitado el uso del extintor contra uno de los extranjeros.

La Delegación del Gobierno también se dedicó a negar ayer que la Guardia Civil volviese a usar la polémica figura de la 'devolución en caliente' para deportar sin control judicial ni mayor burocracia a los 150 inmigrantes que quedaron encaramados en la valla y que fueron expulsados de vuelta a Marruecos a través de una de las puertas del perímetro fronterizo. Según la versión del Ejecutivo, los extracomunitarios no fueron «devueltos» ni «rechazados» porque nunca llegaron a entrar en el territorio español.

Más allá de los rifirrafes del jueves entre agentes y extranjeros en la valla, El Barkani puso el acento en que este último salto, uno de los más numerosos y violentos desde que en enero comenzaran las acometidas multitudinarias contra el perímetro, confirma que la presión migratoria sobre Melilla no sólo no cesa sino que aumenta y lo hace de forma proporcional al drama humano que la acompaña. Además, insistió en que cada vez son más los intentos de entrada que derivan «en conflictividad y enfrentamientos» en los que los inmigrantes intentan forzar su entrada con técnicas como «llamar la atención de los medios, fingir lesiones» e incluso hacer uso de la violencia contra los agentes.

«No es excusa»

«Sabemos que los inmigrantes vienen a la desesperada, pero eso no es excusa para admitir este tipo de comportamientos», afirmó en referencia al uso de ganzúas, anclajes rústicos y armas blancas que portan los subsaharianos para superar el vallado y que el pasado jueves usaron unos pocos para atacar a las fuerzas de seguridad.

El delegado del Gobierno en Melilla reconoció que el jueves, dada la magnitud del salto, las fuerzas de seguridad se vieron desbordadas en algún momento. Y eso que Interior movilizó a más de 120 guardias civiles solo en la zona de Barrio Chino, uno de los mayores despliegues de los últimos meses en la valla.

El Barkani tuvo también palabras gruesas contra quienes alzan la voz para criticar la acción de las fuerzas de seguridad en esta crisis en la valla. Insinuó que existe una connivencia entre las organizaciones defensoras de los inmigrantes y las mafias que trafican con seres humanos. En esa línea insistió en que «el ejercicio irresponsable de demagogia» por parte de la oposición, ONG y periodistas ha trasladado a las mafias «la sensación de debilidad» en la frontera sur de Europa.